En Estados Unidos y varios otros países las tasas de suicidio de los jóvenes han crecido fuertemente desde alrededor de 2010, sobre todo entre las mujeres (Rausch y Haidt, 2023). Desde entonces, los diagnósticos de ansiedad en los universitarios en EE.UU. subieron 134%, los de depresión 106% y los de anorexia 100% (American College Health Association). Los jóvenes de entre 15 y 24 años en ese país comparten menos con otros que antes: si en 2003 gastaban más de 150 minutos diarios con amigos, hoy gastan menos de 50 (Kannan&Veazie, 2023). Los más jóvenes, incluso, están teniendo mucho menos sexo que las generaciones anteriores a su edad (Twenge et al., 2017).
¿Qué ocurre con la salud mental y la sociabilidad de la llamada generación Z? Esta es la primera que se inició en la sociabilidad con un teléfono inteligente en sus manos. Según Jonathan Haidt, esa es la principal razón de su grave crisis de salud mental, junto con padres más aprensivos, que limitaron el juego no supervisado al aire libre.
Las redes sociales fomentan una constante exhibición personal ante un público de desconocidos, lo que en mentes que aún se están desarrollando puede producir ansiedad, paranoia y adicción. De hecho, los celulares y las apps son diseñados para ser adictivos. La adolescencia ha estado siempre llena de inseguridades, pero hoy la cantidad de “amigos” y las reacciones a las apariciones son cuantificadas, inmediatas y públicas —difícil algo más desquiciante para una etapa de la vida que es, de por sí, ansiosa.
Braghieri et al. (2022) estudiaron los cambios en salud mental en las universidades de EE.UU. a medida que Facebook se les fue haciendo disponible. Los efectos negativos son grandes, con repercusiones en rendimiento académico, y se deberían sobre todo a que las redes exaltan las comparaciones sociales desfavorables. Ello quizás ayuda a entender por qué su uso perjudica más a las mujeres, quienes suelen sentir mayor presión sobre sus cuerpos.
Es cierto, todas las generaciones han temido al cambio tecnológico, muchas veces sin razón: cuando se inventó la imprenta se creyó que la proliferación de libros inferiores nos devolvería a la barbarie y cuando apareció el teléfono, el New York Times decretó el fin de la vida privada. Pero es difícil pensar en una tecnología más omnipresente y revolucionaria para las relaciones humanas que el celular. En EE.UU., por ejemplo, casi la mitad de los adolescentes reportan usarlo casi constantemente (Pew, 2022).
El uso de celulares en niños y adolescentes apenas ha sido tema de política pública. ¿Están las familias y los colegios tomando las medidas adecuadas? ¿Estamos monitoreando el uso y sus potenciales daños, además de sus beneficios? ¿Hay conocimiento de los riesgos entre los padres? Veo amplios sectores de la sociedad para los que el celular es, frente a los niños, solo una mágica forma de mantenerlos calmos. El estudio Kids Online de 2022 reveló que en Chile, en promedio, los niños reciben su primer celular con internet antes de los 9 años. George Bernard Shaw decía que es un desperdicio gastar la juventud en los jóvenes; en los jóvenes con celular, quizás sea ya un derroche.