Fernando Flores, Ph.D., exsenador y exalumno de la Universidad Católica, exploró algunas de sus aventuras en una conferencia en el Salón de Honor UC.
Dijo que le gustaba provocar. No provocar opiniones, sino que conversaciones.
En sus cursos él propone un ejercicio: “Eres un imbécil”, le dice a un voluntario. Y otros siguen con más descalificaciones. ¿Qué le ocurre emocionalmente al cuerpo del voluntario? Mal se siente.
Entonces lo confortan: “Lo que dijimos, no significa nada”. Y él, “ofendido”, da las gracias. Y después en la vida, cuando recibe un juicio negativo, no se acelera emocionalmente. Y lo toma como lo que son los juicios: no son verdades.
Los juicios dependen desde cuáles valores se pronuncian. Y esos pueden conversarse. De hecho, los desacuerdos son fundamentales para producir algún día un acuerdo.
Lo que existe son las sensaciones; tenemos actitudes reactivas que llamamos “emociones”. Y la más importante de las emociones son los estados de ánimo.
“Hay que preguntarse aquí en Chile por qué este país vive en un sempiterno estado de ánimo. Un estado de ánimo en que lo único que se imagina es que el país estaría harto mejor si los otros no existieran… ¿Y si nos pusiéramos todos de acuerdo?”
Continuó:
El ser humano siempre está en aventura, el futuro siempre lo está moviendo, porque le llega o porque quiere impulsarlo. A veces, las aventuras salen para un lado, o para otro lado. “Y uno tiene que hacerse cargo”.
Su vida tuvo la aventura de ser prisionero político por casi tres años. Primero, en la isla Dawson, a los 31. “La prisión política te puede matar, porque al revés de la prisión normal, no tiene tiempo de término. Y entre más uno anhela salir, más se enferma”.
“Pero en los momentos duros, los momentos en que te fallan las piernas, uno recibe el cariño y el tesón de otros prisioneros, particularmente de los mayores”.
Relató episodios de amistad, de afecto, de cuidado. Iba encendiendo lucecitas.
“¿Qué nos pasó en Chile?”, se preguntó en Dawson. “Dejamos de conversar”.
Conversar no es lo que creemos que es conversar. El lenguaje no son las palabras. “El lenguaje es lo que se entiende, lo que uno provoca, las emociones que produce”.
Y llegó a la filosofía, que “es siempre acerca de algo”, dijo, porque “los descubrimientos filosóficos son prácticos, súper prácticos. La primera cosa es que la comunicación humana es el arte de la conversación a través de compromisos”.
Y recorrió conversaciones con sus nietos y bisnietos. Constató la ausencia de esos temas en las escuelas. Ahora, nombrado profesor auxiliar en la UC, se propone hacer ahí camino.
“La vida no consiste en ejercer conocimiento; consiste en tener conocimiento para ser responsables, pero, fundamentalmente, significa inventar la vida con otros y cuidarla”.
Cuidarla para ser felices (no sin problemas) reconociendo que las expectativas son diferentes a las posibilidades.
Sugiero escucharlo (https://tinyurl.com/2vmpfhxy desde el minuto 18).
Me ayuda; cumplimos 81.