El juego Metropoli impulsa el capitalismo. Con el videojuego Sim City, aprendí a ser alcalde y sacar adelante una urbe pese a recursos escasos, sismos, protestas.
Hoy, los jugadores aprenden inteligencia artificial (IA) con videojuegos como “Portal 2” o “Halo”, violencia máxima incluida. El mundo militar, que practica “juegos de guerra”, ahora incorpora la IA.
La profética revista Wired destaca el artículo del periodista Will Knight “El futuro totalmente autónomo de la guerra, impulsado por inteligencia artificial, está aquí” (https://rb.gy/i5itx).
Knight comienza en una lancha patrullera en el golfo Pérsico, surcado, en el calor de diciembre de 2022, por buques de carga, tanqueros, y pequeños pesqueros. No es un juego. Robots marinos avanzan alrededor. Los describe:
“Unos pocos se parecen a la lancha rápida donde estoy, la mayoría son más pequeños, delgados, aplastados hacia el agua. Uno parece un kayak a energía solar; otro, una tabla de surf con una vela metálica”. Hay un “Triton”, capaz de plegar su vela, “como una navaja”, y deslizarse bajo el agua. Todos conectados.
Pertenecen a la Fuerza de tarea 59, de la Quinta Flota de los EE.UU., que reúne a naves de superficie, submarinos, drones aéreos, sin tripulación. “Con cámaras y radares observarán el océano, con hidromicrófonos escucharán bajo el agua y los datos correrán por algoritmos que distinguen entre buques tanque y contrabandistas”.
Más tarde, el periodista entrevista al capitán Michael Brasseur, comandante de la Fuerza de tarea 59. En una pantalla aparecen marcados los buques sospechosos. Hay drones aéreos listos para entrar en acción, sin intervención humana; “no lo recomendamos” sonríe el capitán, “no queremos iniciar la tercera guerra mundial”.
El periodista escribe: “…alrededor del mundo existen estos sistemas autónomos capaces de matar. En cualquier conflicto mayor (…) cada lado pronto enfrentará la tentación (…) de quitar el control humano para darle libertad a las máquinas para pelear a velocidad de máquinas. En esta guerra de IA contra IA morirán solo los humanos. Es razonable preguntarse: ¿Cómo piensan, tanto estas máquinas como quienes las construyen?”.
Es la pregunta que plantea la película “Oppenheimer”. El periodista concluye: “Cualquiera sea el futuro en el horizonte, los robots navegan hacia allá”.
Igual, los científicos se excusan. Prensa de la U. de Chile publicó el registro de la visita, en mayo de 1962, de Robert Oppenheimer a la universidad (https://shorturl.at/eptGL) escrito por Igor Saavedra. No puede volverse atrás con las bombas atómicas, el conocimiento involucrado no puede desaparecer, dijo el estadounidense. La moral puede retroceder, pero la ciencia no.
Y concluyó así: “Como un punto de partida tenemos que aprender otra vez, sin desdeñar a nadie y con gran paciencia, a hablar entre nosotros; y tenemos que escuchar”.
Estos resbaladizos juegos exigen, como también dice el personaje Oppenheimer en la película, acuerdos globales. Son más que un videojuego.