Opacadas por el caso “computadores y caja fuerte” han quedado algunas sugerencias y declaraciones emanadas desde las izquierdas del Consejo Constitucional y desde algunos partidos oficialistas.
¿Cuál es la síntesis de esos planteamientos?
“No nos está gustando este asunto (obvio, están en minoría absoluta por decisión del electorado); no reconocemos el derecho de las mayorías a proponer enmiendas (obvio, son aportaciones que ratifican nuestra institucionalidad, mejorándola); entonces, estamos considerando seriamente la posibilidad de irnos para la casa” (¿estará influyendo Garín con su insólito abandono en Finlandia, cuando perdía 2-6 y 0-4?).
Los convencionales de la derecha y de la centroderecha no solo aguantaron el barbarismo antropológico y jurídico de muchos convencionales de izquierda en el pasado proceso, sino que, además, colaboraron hasta el agotamiento personal para intentar lo imposible: mejorar la propuesta. Al revés, hoy, algunos constituyentes de izquierda, descolocados por el clima de respeto y racionalidad que se ha dado desde la Comisión Experta y que sigue manifestándose en el Consejo, comienzan a revelar que les resultan insoportables la deliberación, el diálogo, la democracia. ¡Qué ganas de irnos para la casa!
¿Solo anuncian o, en realidad, amenazan?
Si es una amenaza, no deja de ser todo un síntoma de la pervivencia del octubrismo, de esa tendencia rupturista que parece proponerse llegar hasta el final del final, o sea, hasta la audacia de abandonar el trabajo constituyente y dar una nueva señal a la primera línea (¿irá a venir el condecorado Garzón a reforzarla una vez más?) para que se lance a una nueva aventura… por allá por los primeros días de septiembre. Linda fecha, ¿no?
La declaración del equipo constitucional del PC es la más significativa al respecto, ya que, después de descalificar las enmiendas propuestas, considera que ellas podrían hacer fracasar el proceso. ¿Se trataría de un fracaso porque ninguna de las opciones de la izquierda dura serían finalmente propuestas en el texto plebiscitado, o porque ya han decidido que sea el propio PC el que lidere el fracaso del Consejo, abandonando su participación en esa instancia e instando a sus aliados a hacer lo mismo, para dejarle el campo libre a la violencia callejera?
Por supuesto, estas señales tienen todo que ver con lo que pasó 50 años atrás: mientras el rechazo a Allende se expresaba por vías formales y a través de las instituciones —Corte Suprema, Cámara de Diputados, Contraloría General de la República, gremios profesionales y estudiantiles, etc.—, las izquierdas habían abandonado toda deliberación racional: el PS le negaba autorización a Allende para un plebiscito, el MIR reforzaba con armas los cordones industriales, el PC llamaba a los suyos a sus puestos de combate, e incluso el propio Allende había intentado por todos los medios politizar a los militares. Ante la oposición democrática, gran parte de la UP había decidido abandonar el juego, irse para la casa, recurrir al enfrentamiento final.
En el Consejo Constitucional no solamente se están discutiendo temas sustantivos, sino que se está develando el talante democrático de cada sector. Hace un año, la mayoría de la Convención dejó en claro que entendía la democracia solo como un mecanismo de votaciones, con total desprecio por los contenidos. Al revés, cuando hoy en el Consejo se intenta articular las formas democráticas con los contenidos democráticos, se asoma de nuevo el fantasma subversivo de las izquierdas: “si no hacen lo que nosotros, las minorías, exigimos… ya verán”.
50 años y casi no han cambiado nada.