Restan menos de cien días para el inicio de los Juegos Panamericanos. El extraordinario interés del público, que se refleja en los más de 200 mil boletos que se adquirieron en menos de 48 horas, denota que la gente espera el mayor evento deportivo del país desde la Copa Jules Rimet de 1962.
Sabemos que el tránsito ha sido complejo. No en vano la Corporación Santiago 2023 lleva cuatro directores ejecutivos, el actual gobierno tuvo que salir a apagar el incendio que dejó la administración de Sebastián Piñera, aunque tampoco la gestión del las elegidas por Gabriel Boric fue buena: Alexandra Benado, exministra del Deporte, y Gianna Cunazza, antecesora de Harold Mayne Nicholls, salieron por mala evaluación.
Al final, los Panamericanos se realizarán, pero no es posible eludir la catarata de errores que nos llevó a vivir este año en vilo. El sistema deportivo y el poder ejecutivo no dieron la talla. Sin embargo, no todo es malo. En dictadura, Chile dos veces renunció a organizar la mayor fiesta del deporte continental. En democracia, con un estallido social y una pandemia en el medio, más un clima enrarecido, con suspicacias por la corrupción que nos sonroja como sociedad, el país fue capaz de afrontar el desafío y rehabilitarse por el compromiso que no cumplió en 1975 y en 1987.
El entorno festivo que genera un evento de esta naturaleza otorga una gran oportunidad al gobierno de Gabriel Boric. Si todo resulta impecable, con los estadios y gimnasios repletos, sin quejas grandes de las delegaciones y una correcta actuación de los deportistas locales, el ambienteserá diferente. El deporte contagia, lo hemos visto cuando la selección nacional de fútbol clasificó a los mundiales y ganó la Copa América, en las medallas de Nicolás Massú y Fernando González. Provoca que las personas estén con un ánimo diferente, más allá de sus problemas cotidianos. Ese espíritucambia el rostro de las personas. Justo cuando termina el año y se acercan las vacaciones, La Moneda tendría la posibilidad de capitalizar es espectáculo que viviremos.
Ahora, si las dificultades son variadas, con deficiencias en la infraestructura, quejas por la Villa Panamericana de Cerrillos, chambonadas en las operaciones de la competencia, en el transporte, alimentación o algún incidente de los visitantes (asaltos o robos) el panorama será castaño oscuro. La oposición dispondrá de un caramelo inigualable, porque, en definitiva, lo que estará en cuestión es la imagen del país. Como todos llevan agua para su molino, obviarán que el grueso de la tarea preparatoria les correspondía a ellos. Al final, la obligación es responder a la tradición de organizador sobrio, austero y modesto, que casi siempre cumplió con las responsabilidades que adquirió.
Cuando se hable del legado sería importante establecer las bases para instalar un museo del deporte chileno más un archivo y centro de documentación, que albergue colecciones de las revistas Los Sports, Estadio, Gol y Gol, Foto Sport, Deporte Total, Minuto 90, Don Balón, El Gráfico Chile, Triunfo, más el registro fílmico y fotográfico de casi cien años de historia. Una tarea que requiere recursos, gente capacitada (no amigotes) y por sobre todo entender que el deporte es un hecho social y cultural.