A propósito de la Comisión contra la Desinformación que busca formar el Gobierno, ¿se imagina la carta que recibirán los representantes de las universidades invitándolos a ser parte de la instancia?:
“Estimado(a) Profesor(a):
Considerando que la Administración del Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, y que el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación es el encargado de asesorar y colaborar con el Presidente de la República en el diseño de políticas públicas destinadas a fomentar la ciencia, es que te invito a ser parte de la Comisión Asesora contra la Desinformación.
Como indica el decreto de creación, dicha Comisión abocará sus funciones en las siguientes temáticas: impacto de la desinformación en la calidad de la democracia, alfabetización digital, desinformación en plataformas digitales, buenas prácticas internacionales, y políticas públicas y desinformación. Es necesario contar con una asesoría experta en estos temas, que evalué el fenómeno global de la desinformación, su manifestación a nivel local y su impacto en los procesos democráticos. Dados tus intereses académicos, extiendo esta invitación.
Corresponderá a la Comisión recomendar a los Ministerios de Ciencia y de Secretaría General de Gobierno (Segegob) medidas que contribuyan al desarrollo de la política pública relativas a la desinformación y el debilitamiento de la democracia, asesorar a la participación del segegob en el Hub de Desinformación de la OCDE, elaborar informes que contengan propuestas o conclusiones y resolver consultas de la Segegob y/o Ministerio de Ciencia sobre las temáticas señaladas.
La Comisión tendrá 10 miembros y será presidida por el(la) ministro(a) de Ciencia, quien dirimirá en caso de empates, decidirá las cuestiones de orden interno y representará a la Comisión en reuniones, ceremonias, conferencias y actos en general. Las funciones se ejercerán ad-honorem y no implicarán la creación de un cargo público. La invitación es por un año, pudiendo ser extendida por nuevos períodos.
Esperando su positiva respuesta, me despido”.
¿Y la respuesta de la persona distinguida con el honor? Uno se imagina algo así:
“A quien corresponda:
Muchas gracias por el honor de considerarme para la Comisión. Como académico, siempre he estado dispuesto a contribuir con el país. Sin embargo, y reconociendo los riesgos de la desinformación sobre la democracia, en esta oportunidad debo declinar la invitación. Esto, pues considero que este tipo de instancias gubernamentales son incluso más riesgosas para la democracia que la misma desinformación. En el futuro, la Comisión Asesora puede ser funcional a cualquier administración incomodada por la libertad de expresión. Prefiero, entonces, evitar el riesgo de haber contribuido con un granito de arena a tal posibilidad.
Esperando su comprensión, me despido atentamente”.
Respuestas como esta serían una buena señal de la salud de la democracia y la defensa de la libertad de expresión, ¿o no?