He recibido en estos días las memorias de un colega que es mayor que este columnista, lo que es bastante decir. Y las he leído con interés y bastante sorprendido por algunos descubrimientos, porque solo conocí a Alfredo Aceituno como dirigente gremial y como jefe de Deportes de “El Mercurio”. No coincidimos cronológicamente en ninguna de las dos áreas, pero sabemos bastante el uno del otro.
Aun así, yo ignoraba de la residencia de Alfredo en Buenos Aires durante cuatro años, en su juventud, recibiendo turistas a los que debía pasear por la enorme ciudad, en ese entonces capital de un país rico, por lo que es un conocedor profundo de los cien barrios porteños. Esta larga estadía está dentro de las sorpresas para muchos colegas que lean estas memorias. Sabido es que fue y es un apasionado del vóleibol, viajero a montón de torneos internacionales que lo hicieron recorrer más de medio mundo y sabida es su participación en este diario.
También fue desde niño aficionado al fútbol y recuerda con cariño a Luis Tirado, el primer entrenador chileno de la selección con permanencia significativa en la banca (10 años), que fue su profesor de “gimnasia” (hoy Educación Física), y como alumno los llevaba a jugar contra profesionales y el futuro periodista fue seleccionado para jugar por la U.
Esperó un tiempo Alfredo Aceituno para escribir sus memorias. Lo hizo hace tres años, cuando tenía 93… Saque la cuenta. Un abrazo desde una parcela en Curacaví hacia una parcela en Colina, donde reside el memorioso.
Lejos de ambas comunas, residente en el centro de Santiago, pero no tan lejos de la edad de Aceituno (¿qué son cinco años?), vive Humberto Ahumada, otro veterano de nuestro oficio. Conocido como “Tito Norte”, Humberto perteneció al staff periodístico de Las Últimas Noticias (entre varios medios escritos, además de radiales) y sostiene su vigencia como columnista, como redactor de biografías de deportistas famosos (el boxeador olímpico Carlos Lucas entre ellos), como investigador histórico (formó en el equipo de “Historia del deporte chileno. Entre la ilusión y la pasión”), corrector de pruebas en The Clinic, ganador del Premio Nacional de Periodismo Deportivo en 2016, considerado el mejor conocedor periodístico del básquetbol, aunque puede opinar de muchos deportes (todos sabemos, por ejemplo, que el que sabe básquetbol domina tácticamente el fútbol por añadidura), presidente del Círculo de Periodistas Deportivos durante 10 años y se desempeña hoy en el Instituto Nacional de Deportes.
Humberto ha sido corrector de pruebas, un cargo ya casi inexistente, porque es un experto en el uso del idioma castellano (conocido también como “español”) y nadie le cuenta cuentos en este tema ni le pasa gato por liebre. Sabe tanto del lenguaje como de básquetbol y de estrategias electorales. Pero es, sobre todo, un ser humano excepcional y lo apreciamos todos los que disfrutamos los encuentros en el restaurante del Colegio de Periodistas (“La Taberna”), que no nos atiende desde hace una eternidad.
Amigo por décadas, preocupado de sus colegas, este antofagastino de los tiempos en que Antofagasta era más Perla del Norte que región de fundaciones, prestigia al periodismo y a los medios en que se desempeña.
Hablamos de viejos camaradas. A uno le faltan las memorias.