Me cargó la psiconcóloga Daniela Rojas, del Centro de Bioética de la U. del Desarrollo. Empezó el diálogo por Zoom “Palabras que cuidan”, invadiendo mi territorio de periodista (https://bit.ly/3qKZ74s).
Yo le entendí que ella relegaba al siglo pasado el periodismo que busca lo objetivo, ya que hoy el periodismo abraza la diversidad, quiere la construcción de una democracia plural. Y, en ese espíritu, el periodismo enarbola la denuncia.
Esto, dijo, tiene impactos inadvertidos en las narrativas de salud.
Me sentí tocado. “¡Mi mensaje como periodista no tiene por qué acomodarse a los dictámenes de los salubristas!”, pensé.
La psiconcóloga, con su prudencia, fue calmándome. Soporté que preguntara “¿cómo lograr una ética de los medios?”. Y respondió: “La encontrarán en la ética del cuidado, eje de la ética universal”. Y dio un paso más, llamando a “aceptar al otro como vulnerable”.
Ahí se me partió la cabeza, porque hacía seis días yo había vivido la agonía de mi cuñada querida, ser humano vulnerable, como yo, como todos. Así es que cuando escuché a Daniela Rojas decir “aceptar al otro como vulnerable”, fue como rever una película recién sufrida y vivida.
Esta mujer, pensé, habla desde el saber, la experiencia, la mitología, la historia de cada cual. De todos nosotros, que moriremos; de todos, acompañantes de enfermos y moribundos.
Con una cierta dulzura, Daniela Rojas llamó a abandonar dos lenguajes que los periodistas y la sociedad, incluso los cuidadores de la salud, solemos emplear. Primero, tal como a un niño se le dice que no se abata ante un problema difícil, animamos a un enfermo (de cáncer) que tenga el mérito de superar la enfermedad. Convertimos el asunto en un tema moral. ¿Y si no lo logra?
Y, segundo, está el lenguaje de la guerra, de combatir, de vencer, de no ser derrotado, de luchar hasta el final, o de darse por vencido. Me tocó el alma la especialista cuando criticó la costumbre en centros oncológicos infantiles de tañer una campana cuando un niño recibía un resultado positivo de un examen.
¿Cómo hacerlo entonces? Los niños pueden saber de su mal pronóstico, pueden nombrar sus emociones, darse cuenta de su adaptación a la enfermedad.
Está en un libro gratuito (https://bit.ly/3JcnwWP). La profesora Báltica Cabieses, coautora, insistió: “La vulnerabilidad es el centro de gravedad”, al paciente hay que empoderarlo, en el cuidado, en su voluntad, que se sienta protagonista. Cuidar nos constituye como seres humanos.
Estaba ahí el profesor Juan Pablo Beca, “tratar y cuidar son inseparables”, dijo. Sugirió mirar la enfermedad sin metáforas, menos aún la metáfora guerrera. “Es un tema del valor de la compasión, padecer con”, dijo.
Terminó con “la muerte no es perder, la muerte es vivir el fin de la vida, existe el morir bien”. Y llamó a suscitar en el paciente la fortaleza, “ponerle el hombro”, y saber que somos todos siempre dependientes.
Agradezco a Daniela Rojas y los demás. Pienso que podré escribir del tema enfocado en la realidad, no en la metáfora.