¿Podrá Donald Trump ser derrotado en las primarias republicanas? Es la gran pregunta que se hacen en EE.UU., después del accidentado lanzamiento de la campaña presidencial de Ron DeSantis, en Twitter Space, una experiencia novedosa, pero arriesgada, que quizás perjudicó más a Elon Musk que al gobernador de Florida.
Los demócratas y Trump estaban eufóricos por el supuesto fracaso, pero, ¿alguien se acuerda hoy de que hubo 25 minutos de silencio y confusión antes de que DeSantis pudiera hablar? Puede haber sido un error hacerlo de manera tan poco convencional, pero el candidato se la jugó, y los 678 mil oyentes iniciales que colapsaron la plataforma, más los cinco millones de dólares que recaudó en las siguientes 24 horas, son una prueba de que tan equivocado no estaba. DeSantis tiene fama de competente, previsor y organizado; además, tiene un buen colchón de financiamiento. Pero para ganar se necesita eso y mucho más, especialmente cuando al frente está Trump.
Por delante viene la verdadera carrera, que no es de corta distancia, sino una maratón, hasta agosto de 2024. El gobernador es, por ahora, la mejor carta republicana para evitar que Trump, que marca sobre 50 por ciento en los sondeos, gane las primarias. DeSantis tiene un récord político y académico impecable: tres veces en el Congreso, reelegido gobernador por una avalancha de votos en un estado que tenía mayoría demócrata y que él logró dar vuelta, ex asesor legal de los Navy Seals, el cuerpo de élite de la marina, y antes, un graduado con honores de Yale y Harvard, donde destacó en los deportes y los estudios. O sea, un nerd que muchos encuentran poco carismático, tieso y distante, e incluso, algunos, despectivo y egoísta. ¿Será el candidato adecuado?
Al menos es lo contrario de Trump en cuanto a seriedad, sobriedad y respeto por las instituciones, pero defendiendo los mismos “valores tradicionales”. En el cargo ha mostrado ser tanto o más conservador que su alguna vez mentor. Se convirtió en héroe de la derecha ya en la pandemia, que manejó contra las directrices de Washington. Al mes de confinamiento, levantó restricciones, desestimó las mascarillas, abrió los colegios y hasta Disneyworld, lo que le valió una lluvia de críticas, pero benefició la economía floridana.
Hay otras medidas que a nivel nacional son más polémicas pero que le hacen sentido a millones de republicanos conservadores que creen que la izquierda norteamericana le ha hecho daño a la sociedad con su guerra cultural, con la corrección política llevada al extremo, que ahonda la polarización. “Florida es donde (la cultura) woke morirá”, es su lema, y por eso prohibió enseñar sexualidad y temas de género en la educación básica (lo que le provocó una disputa con Disney, que escaló a la justicia), prohibió el aborto después de seis semanas, y a las atletas trans en competencias femeninas.
Que esto sea suficiente para atraer a los incondicionales de Trump se verá en los próximos meses, pero desde ya se ve que, para derrotarlo, no puede haber al frente media docena de candidatos que dispersen el voto.