Ayer el Presidente de la República, Gabriel Boric, al inaugurar un nuevo encuentro empresarial hizo muchas afirmaciones, pero me quiero quedar con una que les da sentido de existencia a las fuerzas progresistas en un país como Chile.
El Presidente dijo: “El sector privado demanda certidumbres para invertir, el pueblo demanda certidumbres para vivir”. Pues bien, de eso se trata en Chile, tenemos que compatibilizar para el empresario de todo tamaño la certeza jurídica, las seguridades en sus entornos empresariales, las reglas del juego lo más estables posible, de tal manera que su legítima inversión tenga resultados. Asimismo, para que lo anterior ocurra, es imprescindible que el pueblo y/o la ciudadanía también tengan las certidumbres y las confianzas para desarrollarse como persona.
La ciudadanía, que en casi un 80% se atiende en el sector público, requiere la certeza de que si acude a él tendrá la calidad y la oportunidad de atención que se merece por el solo hecho de ser humano nacido en Chile y no por su nivel de ingreso. En consecuencia, se requiere mejorar la infraestructura hospitalaria, mejorar el per cápita en la salud primaria, disminuir las listas de espera en el servicio público. Todo lo anterior se financiaba con la reforma tributaria rechazada por la derecha y por el auditorio que ayer escuchaba al Presidente. El pueblo, siguiendo el concepto del Presidente, también requiere certezas de que cuando uno de sus hijos ingresa al sistema educacional de carácter público y/o financiado por el sector público tenga la certidumbre de que su esfuerzo en el ámbito educacional permitirá su desenvolvimiento ciudadano y profesional en el futuro. Para lo anterior se requiere, a lo menos, doblar la actual subvención promedio que financia al 92% de la matrícula en el nivel básico y medio, de tal manera de colocar en el mismo nivel de certidumbre de que es posible educarse en calidad similar al 8% de la matrícula particular pagada, en que sus padres y apoderados pagan más del doble, si no el triple, en inversión para sus hijos e hijas.
Pero el pueblo o la ciudadanía también requiere certidumbre en el acceso a una vivienda digna y propia. Hoy, 643.000 familias no tienen techo para dormir y vivir y alrededor de 100.000 familias viven en campamentos de absoluta precariedad.
Pero también requieren certidumbre los hombres y mujeres que al llegar al fin de su vida laboral tengan ingresos suficientes para vivir sus últimos años con dignidad. Hoy la pensión autofinanciada por esos hombres y mujeres en el sistema previsional no alcanza los $200.000 y su tasa de reemplazo no supera, en promedio, el 35% de su salario. Esos hombres y mujeres también requieren vivir con dignidad sus últimos años. El pilar solidario de Bachelet y Pensión Garantizada Universal de Piñera han avanzado en materia de pensiones; sin embargo, es imprescindible, además, aprobar la reforma previsional en el Parlamento. De más está decir que este es el tercer intento de reforma previsional en los últimos años.
Pero los trabajadores también requieren certidumbre en sus lugares de trabajo y eso implica, entre otras cosas, la titularidad sindical, rechazada por el Tribunal Constitucional en el gobierno de Bachelet 2, no obstante haber sido aprobada por mayoría en el Congreso. El sindicato, de acuerdo a la historia y a los principios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desde 1919, es la institución que más protege a los trabajadores en su relación con el factor capital. Pues hoy en día, la tasa de sindicalización en Chile no alcanza el 20% y la negociación colectiva no alcanza el 8%. Sin esos mecanismos los trabajadores viven en la permanente incertidumbre. Es muy frecuente que en vez de legislación laboral, la relación empleador-trabajador se resuma en la siguiente frase: “Si te gusta, bueno, y si no te gusta te vas”.
La frase, en consecuencia, del Presidente ante un auditorio conformado por no más del 2% de las empresas existentes en Chile, que sin embargo contratan prácticamente a la mitad de los trabajadores formales, que dan cuenta del 84% de todo lo facturado en el país y que expresan, además, más del 80% de la inversión —y agrego que de acuerdo a los informes de la Comisión para el Mercado Financiero, obtuvieron el año pasado más de US$ 45.000 millones de utilidad, que representan más de la mitad del presupuesto de la nación—, tienen que comprender que ellos requieren certeza y certidumbres, sin duda, pero también tienen que entender que el 80% o más de los chilenos, como lo dijo el Presidente, requieren condiciones mínimas para vivir y desarrollarse como familias y personas en un país que les dé, por el solo hecho de nacer en Chile, derecho a una salud oportuna y de calidad; derecho a una educación de igual calidad, independiente del ingreso de los padres; a una vivienda digna y propia para que se desarrollen sus familias y a una pensión digna para vivir los últimos años de su existencia como corresponde a un ser humano.
El Encuentro Nacional de la Empresa de ayer fue bien evaluado por los convocantes, pero se necesita pasar de las palabras a los hechos para que todo chileno tenga certidumbre no solo para invertir, sino también para vivir.