Señor Director:

Tras las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, el Presidente Allende tomó la decisión de cambiar el gabinete, integrado también por uniformados, entre los que destacaba el general Carlos Prats. El nuevo ministerio incorporó a Gerardo Espinoza en Interior; Aníbal Palma en Secretaría General de Gobierno; Humberto Martones en Obras Públicas, Pedro Hidalgo en Agricultura, así como al presidente de la CUT Luis Figueroa en la cartera de Trabajo, mientras un joven y brillante ingeniero asumió en Minería: Sergio Bitar.

Es interesante revisar lo que dijo el gobernante en la ceremonia respectiva: el objetivo del gabinete era “vencer las serias dificultades económicas” del país, precisando que no ocultaba “las horas difíciles que tendremos que vivir”, porque la inflación desatada obligaba “a una política económica muy drástica, muy clara, que llevaremos sin vacilaciones en su aplicación”. Para mayor claridad, Allende desafiaba al gabinete, que debía “hacer entender a las grandes masas de trabajadores chilenos que es fundamental afianzar la disciplina social; que no podemos sentar este proceso revolucionario en la irresponsabilidad” (“El Mercurio”, “‘Horas difíciles' anunció el Presidente Allende”, 28 de marzo de 1973).

En la ocasión el líder socialista hizo otras consideraciones importantes, que vale la pena releer. Sin embargo, pronto se vio que ya era demasiado tarde, para el gobierno y para la oposición, y muy rápido la situación política se vio invadida por una nueva polarización, ahora marcada por la discusión de la Escuela Nacional Unificada (ENU) y un gran paro de los trabajadores de El Teniente, que se extendió por más de dos meses. Entre medio, cambió la directiva de la Democracia Cristiana —Patricio Aylwin reemplazó a Renán Fuentealba a la cabeza del partido— y Eduardo Frei Montalva asumió como presidente del Senado.

Por su parte, otras reflexiones del Presidente Allende cayeron en tierra poco fértil: que se eliminara “el espontaneísmo” de algunos dentro de la izquierda y que la oposición entendiera que “las mareas de la historia no se detienen”. La realidad política y la evolución histórica eran mucho más complejas de lo que el gobernante alcanzaba a entender a esa altura de su gobierno.

Alejandro San Francisco
Profesor U. San Sebastián y U. Católica de Chile; director de Formación, Instituto Res Publica