Señor Director:

La pregunta tiene una respuesta que no admite mayor discusión: el Socialismo Democrático, entendido como una coalición de partidos que participaron activamente en el gobierno durante buena parte de los “30 años”. Sus militantes (o simpatizantes) encabezan los ministerios de mayor peso político y sectorial del Gobierno (Interior, Hacienda, Segpres, Defensa, Vivienda, Obras Públicas y Minería). La orientación que ellos le imprimen al primer gobierno de la nueva izquierda se aleja nítidamente de los ánimos refundacionales y destituyentes que parecieron dominar la agenda, hasta que el macizo resultado del plebiscito del 4-S dejó en nada esos desvaríos.

El país se encuentra enrielado por un cauce institucional, si es que alguna vez se albergaron dudas de esto luego del rechazo a la propuesta constitucional. Prueba irrefutable de ello es que la Constitución que nos rige, cuyo reemplazo fue votado favorablemente por la ciudadanía en 2020, cumplirá este fin de año cuatro años de “sobrevida” después del estallido social y del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución.

La “longeva” Carta Fundamental, que en su momento algunos juzgaron tramposa, ha habilitado dos procesos constituyentes (el segundo ahora mismo en curso) y, por cierto, a su amparo se produjo la elección del Presidente Boric, el primero de una coalición política distinta a las que gobernaron el país desde 1990.

Todo esto es fruto de una democracia cuyo ejercicio nos ha llevado una y otra vez a las urnas desde octubre de 2019, actos electorales impecables que han determinado el rumbo de la nación (sin mayor discusión de los perdedores en cada uno de ellos). Entonces la pregunta inicial habrá de responderse de otra manera: en una democracia gobierna el o los elegidos por la gente, y lo hace dentro de los límites que establece la institucionalidad democrática.

Si el gobernante, como es el caso del Presidente Boric, decide imprimirle a su gobierno un cariz nítidamente socialdemócrata, después de comprobar la inviabilidad política de su programa inicial, es sobre todo por eso que podríamos considerar las “astucias de la democracia” (Brunner dixit). En buena hora.

Claudio Hohmann