Lo del color y los verdes vientos y las verdes ramas, a partir del romance de Federico García Lorca, poeta e hincha del Atlético de Madrid, es por la noticia que más pasión despierta en el fútbol nacional, que no es el campeonato ni sus tribulaciones, la verdad sea dicha, sino el estado y la salud de una vieja cancha de 105 metros por 68.
Es la del estadio Santa Laura, que estuvo detenida y reparándose, pero volvió el pasado jueves, cuando logró estar presentable. Se niveló y limpió la arena, se detuvieron los manchones y se suprimieron esos hongos que son más mortales que los de la serie, claro que para el pasto y no para los humanos.
Así que se resembró con lo mejor del mercado: semillas bermudas mirage 3 que son de rápido crecimiento, logran pronta densidad y además toleran el pisoteo, dentro de lo que cabe y hasta cierto punto.
No hay receta que tolere al pie grande y de fierro que pasa a llevar lo que pilla: manchón de tréboles, tibia, queltehue y tobillo.
Los que se barren con las piernas extendidas y los tapones por delante deberían pagar los destrozos.
A los que juegan estacionados en el metro cuadrado que machacan.
A los que se mueven en choclón porque son como niños.
A los que les da para scooter, pero no para bicicleta.
Acá no hay artistas del fútbol, por lo que se ve, gente que se desliza, vuela y apenas toca el suelo, jugadores ingrávidos y ágiles con la delicadeza del juego y el arte de la técnica. Acá no hay romancero gitano ni jugadas cantarinas ni palabras crujientes. Acá nos cuesta pegarle al quinto bote. ¿Será por motivo de la cancha o por culpa de las tantas piernas menos hábiles?
Habrá que verlo.
Es como esa duda sobre el talento o el esfuerzo y qué fue primero, si lo uno o lo otro. Es como preguntarse lo de gallina y el huevo, y por donde partió la historia. Hay que ser muy Colón para estar a estas alturas del fútbol profesional y del desarrollo humano, aún metidos en la zona del descubrimiento.
El problema, entonces, no es hacia dónde vamos y por dónde nos iríamos, sino algo previo: dónde estamos parados.
No es una cancha sintética sino de pasto natural la de Santa Laura, y la duda es si aguantará.
¿Un partido, dos o cuántos serían? Ese no es el punto.
El punto aparte es si aguantará lo del próximo sábado 11, porque el entusiasta gentío ya agotó las localidades para el concierto de Los Bunkers.
Y los puntos suspensivos son si aguantará lo del domingo 12, a la misma hora, el segundo concierto.
Verde que te quiero verde.