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Editorial
Miércoles 08 de febrero de 2023
El Gobierno y las isapres
Siendo enormes las dificultades del Congreso para lograr acuerdos, la situación es urgente y demanda pragmatismo.
Con asombrosa lentitud, el Gobierno parece haber ido tomando conciencia de la gravedad del problema del sector salud. Si en un primer momento hubo muchos entusiastas entre sus seguidores por la posible caída en falencia de las isapres, a estas alturas ya está claro que por encima de esas instituciones, es el sistema entero el que está en riesgo, pues los traslados de millones de personas al seguro estatal de Fonasa, colapsado por listas de espera que suman millones de pacientes, significaría un trastorno de proporciones. Se discute ahora sobre las responsabilidades de lo ocurrido y, aunque la urgencia de la situación no aconseja dedicar esfuerzos a atribuir culpas, puede afirmarse, tal como lo hace el programa de gobierno del Presidente Boric, que ha sido la pandemia de covid-19, con su desplazamiento de pacientes, lo que ha generado “una de las mayores crisis sanitarias de nuestra historia”, según sus palabras textuales.
Llegado a este punto, es necesario resolver el problema del sector, para lo cual el Gobierno ha estudiado posibles proyectos de ley que busquen darle continuidad al sistema. Se afirma que existen dos almas en la actual administración y todo parece indicar que también en este dilema afloran las dos tendencias en pugna. Por un lado, los más prudentes están buscando una fórmula que permita que continúen las isapres como tales, esto es, como seguros de salud que reciben el aporte del 7 por ciento obligatorio, pudiendo sumar una cantidad mayor si existe interés de los afiliados por recibir más protección. Por cierto, también se establecería mayor claridad en las reglas que regulan la relación entre las aseguradoras y sus afiliados. Pero al mismo tiempo, parece existir una corriente partidaria de crear un fondo único, obligando a los trabajadores a cotizar su 7 por ciento en ese fondo. En este caso, se permitiría la existencia de las isapres como seguros complementarios, pero el seguro básico sería obligatoriamente el estatal del Fonasa. Así se estaría cumpliendo el programa de primera vuelta del candidato Boric.
Junto a estas propuestas habría otra que reformaría el Fonasa, para permitir que quienes estén afiliados a él —sean todos los trabajadores o solo los que así lo deseen, lo que aún no está del todo claro— puedan tener seguros que les permitan atenderse en centros privados de mayor calidad, pagando una prima extra al mismo Fonasa. Este fondo, entonces, podría negociar con los prestadores confiando en que, si llega a tener un alto volumen de personas afiliadas con el seguro extraordinario, conseguirá condiciones financieras favorables. Naturalmente, podrían haberse conseguido esas facilidades actualmente en la modalidad de libre elección, pues se cuenta con altísimos números de afiliados, pero al parecer el dinero no alcanza para ello y por eso habría cobros extras, igual que en las isapres. Los planes del Gobierno y las cifras esperadas en cada caso con toda seguridad serán objeto de debates en el Congreso cuando se tramiten los anunciados proyectos.
En el oficialismo confían que en los próximos meses estarán ya despachadas las leyes que permitan dar salida al impasse. Pero el debate parlamentario sobre estas materias ha resultado infructuoso en períodos anteriores. Esta vez, la amenaza de dejar caer a las isapres podría ser un poderoso argumento para convencer a los más reticentes, en especial si se logra ligar toda la solución, incluyendo un cambio en los precios bases de los planes, pero no será fácil que se impongan disposiciones tales como la obligatoriedad de cotizar a un solo fondo estatal común. Las encuestas han revelado múltiples veces que la población aprecia la libertad de elegir en salud previsional y no faltará el sector político que probablemente la defienda.
No hay dudas de que la situación es seria y requiere modificaciones legales urgentes. Pero tampoco caben dudas respecto de las enormes dificultades que se observan en el Congreso para alcanzar acuerdos. Cabe esperar que, llegados a este punto en un tema de la importancia de la salud, primen el pragmatismo y la voluntad de no dejar una mancha en nuestra historia.