Nos miramos con mi señora preguntándonos qué irá a ser del mundo de nuestros nietos.
Difícil pronóstico. Recuerdo el Año Geofísico Internacional (1957-1958), yo tenía 15 y me maravillaba ante las promesas impresas en el National Geographic y en Life. Lo máximo previsto, hace 66 años: satélites en órbita y la exploración de los océanos y los polos. Fantástico.
Mi abuelo, que esperaba una inminente crisis universal, debe haberse preocupado. Tenía 69.
Esta semana, después de leer la revista Wired quedé atrapado por los conflictos entre satélites. Como a mi abuelo, se me aparece una posible crisis.
Según cifras aproximadas, de diciembre de 2022, de la Agencia Espacial Europea (https://bit.ly/3DBg3ho), desde el comienzo de la era espacial se han puesto en órbita 15.090 satélites. Siguen en órbita 9.800; de los cuales funcionan 7.200.
Redes de vigilancia espacial estiman en más de 640 las colisiones, explosiones y eventos anómalos durante el período. La masa total de todos los objetos en órbita terrestre equivale a más de 10.600 toneladas. (36.500 objetos de más de 10 cm; 1.000.000 entre 1 y 10 cm; 130 millones entre 1 mm y 1 cm).
Dependemos de servicios satelitales. Si desaparecen, viene la crisis de mi tata.
Ya los tanques más refinados han entrado al conflicto Rusia-Ucrania. Modernos aviones esperan órdenes para despegar. Temblamos ante una posible escalada nuclear. Los satélites podrían ser un próximo campo de batalla.
Según Wired, la Fundación por un Mundo Seguro (https://swfound.org) dio cuenta en septiembre de docenas de operaciones militares de acercamiento y encuentro entre satélites: involucran a EE.UU., Rusia y China.
La misma fundación menciona usos pacíficos de naves de acercamiento: reparación, remoción de desechos espaciales. Integra la organización Confers, que fija estándares para la aplicación comercial del acercamiento satelital.
Pero la empresa estadounidense True Anomaly (www.trueanomaly.space) espera lanzar en octubre dos naves de persecución orbital, los “Chacales”: no llevarán artillería, ni cabezas explosivas, ni láseres, pero sí podrán realizar acercamientos y encuentros con otros satélites. Para ver si estos espían, llevan armamento o interceptan comunicaciones.
El mandamás de True Anomaly, Even Rogers, ha declarado: “Si te tomas en serio la defensa y la protección, necesitas la capacidad de realizar maniobras y disparos”. Trabajan en programas para tal fin.
Wired cita a Kaitlyn Johnson, subdirectora del Proyecto de Seguridad Aeroespacial (https://bit.ly/3Jywdf9), preocupada por True Anomaly, porque el proyecto podría entenderse por “nuestros adversarios” como una empresa militar en pos de desarrollar tales capacidades.
Recuerdo cómo cerraba el personaje don Viterbo cada programa radial “La familia chilena” (Cooperativa, por Gustavo Campaña, 1939-1958)… en esa época del Año Geofísico Internacional:
“¡Señor! ¡Dame tu fortaleza!”.