“Y ahora a lo nuestro”, decía Julio Martínez cuando concluían los mundiales. Y “lo nuestro”, al menos en esta ocasión, nos cae de manera brutal. No se apagaban los ecos por la memorable final de Qatar 2022, protagonizada por Argentina y Francia, con el festejo desbordante en Buenos Aires, cuando el fútbol chileno volvió a ser notificado de que los clubes manejados por representantes argentinos tienen muy claros sus intereses y prioridades.
Enterados de un abrupto cambio reglamentario, los equipos que clasificaron a la Copa Sudamericana se reunieron con el fin de testimoniar —solo alcanzaba para eso— a la Conmebol su molestia por el nuevo formato de la competencia. Se acabó la llave inicial de ida y vuelta y la localía del partido único se resuelve por sorteo. Universidad Católica, Palestino, Cobresal y Audax Italiano se reunieron la mañana del martes y decidieron enviar su téngase presente a Asunción, al menos para consagrar el derecho a pataleo, porque se sabe que en las lustrosas oficinas de Luque, si no eres River Plate, Boca Juniors o los colosos brasileños, tu opinión no pesa nada.
Lo grave vino la noche del martes. Audax emitió un comunicado argumentando que ellos no suscribían la carta, que su nombre fue usado sin autorización. Agregaron que tampoco tenían reparos con la nueva estructura de la Copa Sudamericana, que permite al segundo de cada zona jugar un repechaje con el tercero de la fase de grupos de la Copa Libertadores, para ver quién sigue en carrera.
¿Alguien cree que la UC, Cobresal y Palestino redactaron la carta e incorporaron a Audax de manera inconsulta? En el fútbol todo se sabe. Los propietarios legales y los que actúan en las sombras desautorizaron a sus funcionarios en Santiago. Su prioridad son las relaciones que tienen con la Conmebol, sus dirigentes y ejecutivos. Ellos manejan clubes en Argentina, tres en Chile y con seguridad disponen de influencia en otros cuadros del continente. Actúan como bloque y el desarrollo del fútbol criollo no forma parte de sus preocupaciones. Este país y su liga son una cabeza de playa para un negocio generoso y amplio, con escasos mecanismos de control, ideal para malabares que les permiten mover y ofrecer futbolistas y entrenadores. Uno podría elucubrar que existen otras intenciones, pero carecemos de certezas.
En rigor, es positivo que se develara el verdadero objetivo de los controladores de Audax. El fútbol nacional fue notificado de que ellos piensan en su negocio particular y la actividad en su conjunto no está en sus planes. Justo ahora, cuando es necesario pensar cómo nos reinsertarnos en la escena internacional, luego de dos eliminatorias fallidas, algunos se sacan la careta.
¿Se imagina usted cuál sería el destino de nuestro fútbol si ellos toman el timón de Quilín? En las últimas dos elecciones estuvieron a un paso. Si ya su presencia y grados de influencia son determinantes, con ellos en la testera estaríamos en el peor de los mundos. Ojalá el Senado apure la discusión de la ley de sociedades anónimas deportivas, con el objetivo de instalar reglas frescas para acceder y liderar una institución. Es además otra señal al consejo de presidentes. Dime con quién andas y te diré quién eres.