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Editorial
Jueves 22 de diciembre de 2022
Visiones económicas dispares
En contextos de alta incertidumbre como el actual, la prudencia en las proyecciones parece aconsejable.
Ante altos niveles de incertidumbre, la posibilidad de realizar predicciones certeras respecto de la evolución de la economía en el corto plazo se reduce. Durante los últimos dos años, por ejemplo, tanto para la variación del IPC como del Imacec, la Encuesta de Expectativas Económicas del Banco Central ha arrojado diferencias importantes respecto de las cifras efectivas. Y el mismo Banco Central, recientemente, debió realizar un importante ajuste al alza de sus estimaciones para la variación en la Formación Bruta de Capital Fijo. En este caso, no es posible descartar que las distracciones de algunas unidades en temas que no son necesariamente de su ámbito puedan haber contribuido.
Ahora, y dentro de las naturales diferencias que se producen en contextos inciertos, han sorprendido las dispares visiones que ofrecen el Ministerio de Hacienda y el Banco Central respecto de la evolución inmediata de nuestra economía. En efecto, mientras que la autoridad fiscal ha mostrado durante las últimas semanas un fuerte optimismo, la autoridad monetaria ha mantenido un tono más conservador.
Las diferencias fueron expuestas con especial minuciosidad por el ministro Mario Marcel la semana pasada, a propósito del Chile Day. En dicha instancia, la página 16 de su presentación comparó las predicciones de crecimiento económico para 2023 del Banco Central y de Hacienda. Las primeras indican una caída del producto de un -2,5% en el segundo trimestre del próximo año (Q2) y de un -0,6% en el tercero (Q3), junto con un crecimiento de 1,1% en el cuarto (Q4). Estas proyecciones sustentan la estimación de la autoridad monetaria de una recesión para 2023 que implicaría una variación del PIB en un rango de entre -1,75 y -0,75. Por su parte, los datos de Hacienda estiman una variación de -1,9% en Q2 del 2023, y crecimientos de 0,6% y 2,3% para Q3 y Q4, respectivamente. Estas cifras son las que explican la estimación de una caída de un -0,5% del PIB para 2023 contenida en el último Informe de Finanzas Públicas de la Dirección de Presupuestos. Como se ve, las diferencias entre las dos instituciones son relevantes.
Ahora bien, gran parte del optimismo expresado por el ministro Marcel parece sostenerse en una visión positiva respecto de tres elementos centrales. Primero, un ajuste macroeconómico lento pero decidido que da cuenta de las condiciones locales e internacionales. Una fuerte caída en el consumo privado, una reducción del gasto y una política monetaria más restrictiva, conectada con una evolución de la inversión (3% en el 2022) mejor de lo esperado, avalan el punto. Un segundo factor es la confianza en una positiva evolución del tema constitucional, luego del acuerdo alcanzado entre las principales fuerzas políticas del país; dicho acuerdo efectivamente ofrece un camino razonable en este tema, pero las señales equívocas por parte del ala más radical del oficialismo (PC, Comunes) introducen una cuota de incertidumbre.
Es, sin embargo, un tercer aspecto el que genera mayores dudas: la apuesta por el desarrollo de una agenda económica que logre impulsar el crecimiento, la inversión y, en último término, la productividad. Una batería de reformas impulsadas por la autoridad que, en su estructura actual, significarían aumentos en un conjunto de impuestos (incluyendo el trabajo formal), no aparece como un aliciente económico sólido, particularmente cuando algunas de ellas presentan un alto grado de radicalidad. El impuesto al patrimonio, un cambio en la estructura del royalty y el retorno a un sistema de reparto en pensiones son ejemplos de ello. Por cierto, elementos de cada uno de estos cambios están presentes en determinados países, pero eso no los hace menos radicales. También existe incertidumbre en cuanto al real impacto de algunos de los incentivos a la inversión en investigación y desarrollo que se impulsan desde el Gobierno, o de la agenda de atracción de inversiones que busca reposicionar a Chile luego de años de una marcada pérdida de reputación. A lo anterior se agregan los problemas de gestión en temas tan esenciales como el control del orden público y el manejo de la crisis educacional, y un escenario internacional 2023 que no parece reducir su complejidad,
La profundidad final de la recesión que enfrenta Chile dependerá de distintos factores. Por ahora, y con la información hoy disponible, la prudencia parece la mejor aliada.