Señor Director:

“La fruta no espera” es un viejo dicho del campo chileno que refleja la condición natural, y la alta dependencia que tiene nuestra actividad de las condiciones climáticas, lo que determina también que el trabajo en este sector tenga una marcada estacionalidad.

Si bien es cierto nos parece positivo avanzar en el proyecto de ley que reduce la jornada laboral a 40 horas semanales, creemos que es de suma importancia que la discusión parlamentaria considere las particularidades del sector, tal y como lo expresó el miércoles en una carta a esta sección el señor Cristián Allendes, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, de manera que se incluyan en la legislación alternativas reales de adaptación para nuestro sector, tal y como ocurre con otros sectores de la economía que cuentan actualmente con jornadas excepcionales.

A nuestro juicio, y siempre con el acuerdo de los trabajadores, se podría permitir, por ejemplo, promediar la jornada en períodos semanales, quincenales o mensuales y las horas extraordinarias con tope de tres horas por día. Asimismo, nos parece relevante que la legislación contemple el concepto de fuerza mayor, de manera de extender la jornada semanal a siete días ante situaciones excepcionales que afecten el ciclo productivo y operacional de la actividad frutícola, como eventos climáticos extremos, paralizaciones portuarias, etcétera, permitiendo al empleador compensar estos períodos excepcionales con tiempo de descanso adicional o pago de horas extraordinarias.

El esfuerzo por avanzar en materia de descentralización también debe hacerse mediante la consideración de las dinámicas productivas y sociales de las distintas realidades del país, especialmente de las zonas rurales.

Iván Marambio Castaño
Presidente de la Asociación de Exportadores de Frutas de Chile A.G.