Llevo un tiempo trabajando en un proyecto de investigación de historia económica, lo que me ha significado leer decenas de discursos presidenciales. Revisando los mensajes del 21 de mayo de Pedro Aguirre Cerda, es inevitable una sensación de déjà vu respecto a afirmaciones de este reconocido ex-Presidente en materia económica. Frases como “el especulador, el propietario agrícola que no administra directamente su fundo, el capitalista que se limita a recibir dividendos, no son cooperadores sociales, sino aprovechadores de fuerzas ajenas”.
Algo de estas ideas está presente en la reforma tributaria del Gobierno, que quiere castigar con impuestos al ahorro financiero de las empresas y al patrimonio de los ricos, olvidando que esos recursos, como parte del flujo circular de la economía, generan trabajo, ingresos, consumo y producción —y recaudación de impuestos—. Todos perdemos si, producto de esos mayores impuestos, ese ahorro y ese patrimonio opta por radicarse en otra jurisdicción, lo que lamentablemente ya está ocurriendo. Chile ya no es un buen destino para el ahorro de los chilenos, como sí ocurrió en las últimas décadas. Son los trabajadores los que se ven perjudicados.
En materia de política comercial, mirada en ese entonces como una herramienta de desarrollo hacia adentro, también parecen haber coincidencias con el actual Gobierno, con planteamientos del tipo “… la aduana libre, preconizada por las grandes potencias, divulgan la conveniencia de introducir los productos de sus industrias sin derechos de aduana, para dejar a los países jóvenes detenidos en la primera etapa de crecimiento... Nuestra política aduanera ha seguido realizando su doble objetivo de mantener e incrementar en lo posible el volumen rentístico de la Nación, por una parte, y asegurar, por la otra, el crecimiento de las industrias nacionales”. Para ser justa, estas ideas proteccionistas ya venían de antes, y fueron profundizadas en esos años, con ese doble objetivo de recaudar y proteger a la industria. Ya conocemos cómo terminó esta historia para América Latina en general, y para Chile en particular. Países que en esa época tenían niveles de desarrollo superiores a los países asiáticos y a algunos países europeos se estancaron y no pudieron aprovechar el fuerte impulso de crecimiento mundial que provino después de la II Guerra Mundial.
Esa idea intervencionista en el comercio de bienes y en las inversiones foráneas la hizo patente el actual Gobierno con su postura contraria al TPP11. Sigue presente esa concepción de que es el Estado el que tiene un conocimiento superior para diseñar el proceso de desarrollo productivo, y que para lograr tener sectores ganadores es necesario protegerlos de alguna manera. No queda claro por qué esa estrategia sí sería exitosa esta vez, considerando además que el mundo está ahora mucho más integrado que hace medio siglo, la velocidad del cambio tecnológico es muy superior, y la obsolescencia puede ocurrir bastante antes de lo anticipado. ¿Es el Estado, sobre todo nuestro Estado, lo suficientemente ágil para generar estrategias de desarrollo exitosas en un mundo tan cambiante? Lo dudo.
Por supuesto, no todo fue negativo en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda. Él es recordado principalmente por su famosa frase “gobernar es educar”, tema en el que indudablemente el Estado tiene un rol fundamental. En este caso sí estamos hablando de un bien público, que no podría ser proveído en el nivel deseado sin una clara intervención no solo financiera, sino también institucional por parte del Estado. Hubo en esos años avances muy importantes en ese aspecto fundamental. Sin embargo, y a pesar del terremoto que ha significado la pandemia en este tema, la educación no parece estar en las prioridades del actual Gobierno, más allá de la muy negativa idea de condonar el CAE, con un costo muy significativo, y con cero impacto en mejorar la calidad de la educación.
La historia permite siempre sacar lecciones muy valiosas, el problema es que pareciera que el gobierno de Boric está sacando las lecciones erradas, que lamentablemente tendrán un costo muy significativo en las posibilidades de desarrollo, como ya lo tuvieron en gran parte del siglo pasado.
Cecilia Cifuentes
Directora ejecutiva Centro de Estudios Financieros ESE Business School U. de los Andes