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Editorial
Viernes 14 de octubre de 2022
Chile como ejemplo
Ubicarse en las peores posiciones regionales en materia de crecimiento marca una triste reversión respecto de nuestros antiguos éxitos.
Por más de tres décadas, Chile fue un ejemplo. Ubicado en una región en donde históricamente el crecimiento había escaseado, el país logró distinguirse. Por décadas, encabezó los rankings de desempeño económico, mejorando gradualmente en los más importantes aspectos sociales del diario vivir. El esfuerzo por sostener una visión de futuro compartida, acompañado de una institucionalidad económica que evolucionó conforme esa mirada, permitió construir un Chile mejor. Desde mediados de la década pasada, sin embargo, la estrategia de desarrollo parece haber perdido su rumbo. Ahora, bajo la administración del Presidente Boric, la desorientación se ha acrecentado.
Las más recientes cifras económicas dan cuenta de lo anterior. En materia de inflación, parece temprano para dar el problema por superado. La variación de 13,7% en doce meses ha significado un gigantesco costo para los hogares, y las proyecciones sugieren que tomará un largo tiempo al Banco Central llevar al guarismo dentro de su banda. Por su parte, las estimaciones del instituto emisor indican un mínimo aumento del consumo privado durante 2022 (1,4%) y una importante contracción en 2023 (-5,7%). Respecto de la formación bruta de capital fijo, acumularía caídas tanto en 2022 (-3,3%) como en 2023 (-4,7%), para recién crecer el 2024. En tanto, la demanda interna no se expandiría más de 1,2% este año y se desplomaría un -4.7% en 2023. La variación del PIB no debería superar el 2% en 2022, para luego caer cerca de un 1% el próximo año.
A su vez, las comparaciones internacionales agregan una perspectiva global, probablemente más relevante para inversionistas foráneos, respecto del futuro del país. La reciente reducción de las proyecciones de crecimiento para Chile del Fondo Monetario Internacional, desde un 0% a una variación de -1% para 2023, augura una profunda recesión. Esto, a diferencia de la región, la cual, de acuerdo con la misma institución, vería aumentar el producto en un 1,7%.
Las proyecciones por países suman preocupación. El más reciente análisis del Banco Mundial indica que, entre 18 naciones, Chile ocupará la posición número 15 en materia de crecimiento el 2022. Nuestro país solo superaría a México (1,8%), Paraguay (-0,3%) y Haití (-1,5%). Para 2023 el ranking es aún más desfavorable. Mientras 11 países tendrían un crecimiento superior al 2%, Chile sufriría la caída más importante en la región, incluso mayor a la de Haití (-0,1%).
De esta forma, más allá del voluntarismo de las autoridades de la administración que une al Socialismo Democrático, el Frente Amplio y el Partido Comunista, el desempeño económico de Chile será paupérrimo, tanto en términos absolutos como relativos. Ubicarse último en el ranking de las proyecciones de crecimiento de 2023 representa un retroceso de más de cuatro décadas, situación que no pasa desapercibida entre los agentes económicos globales, que continúan inquiriendo respecto de los factores tras esta extraordinaria reversión.
A casi tres años de los actos de violencia de octubre de 2019, es evidente que el desorden institucional que estos significaron ha afectado profundamente la realidad nacional. Instrumental a esto fue la irresponsable decisión del Congreso de impulsar los retiros previsionales y la incapacidad del anterior gobierno para evitarlos. Todo ello multiplicó la incertidumbre, golpeando duramente al mercado de capitales y la reputación nacional. Y, a pesar de un manejo sensato de la pandemia, la elección de un nuevo gobierno dominado por la inexperiencia y dirigido por una coalición sin convicción por crecer está agravando las dificultades ya evidenciadas hace más de una década. Esto explica el documentado éxodo de capitales observado durante los últimos tres años. Una reforma tributaria que inequívocamente afectará la inversión (con un limitado impacto en la recaudación), cambios en materia laboral (40 horas) que rigidizan un mercado que comienza a sufrir el impacto de la falta de oportunidades, y una reforma previsional que apunta a desmantelar uno de los pilares que sustentaron décadas de crecimiento no hacen más que justificar el pesimismo. Es en función de todos estos elementos que Chile arriesga posicionarse como un nuevo ejemplo regional de aquella pulsión radical que debe ser contenida si se desea progresar.