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Editorial
Miércoles 05 de octubre de 2022
¿Más o menos voces?
Es revelador el paralelo entre los planteamientos de Iglesias y la iniciativa que lleva adelante el Gobierno respecto de los medios de comunicación.
El Ministerio Secretaría General de Gobierno ha continuado, junto a tres universidades, desarrollando su mesa de trabajo llamada “Más voces: Medios de comunicación y democracia”, para generar un informe público sobre el sistema de medios en Chile. Como se sabe, la Asociación Nacional de la Prensa ha advertido lo impropio que resulta, conforme a estándares internacionales en materia de libertad de expresión, que un gobierno lidere una iniciativa de este tipo. A la luz de este contexto, parece reveladora la reciente intervención del político español Pablo Iglesias en el foro “Medios de comunicación y conflicto político: Interpretaciones, narrativas y acciones en contexto de crisis institucional”, organizado por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Chile.
Iglesias, exvicepresidente de España, es una figura especialmente cercana al Frente Amplio chileno y al Presidente Boric. En el referido foro partió ofreciendo un relato de la historia reciente de Chile, que interpretaba los hechos sobre la base de la Guerra Fría, con lo cual su presentación tuvo un aire anticuado que no corresponde a los tópicos del debate actual. Pero luego hizo su planteamiento central, que parece haber desarrollado con más elaboración en su reciente libro, “Medios y cloacas”: la sociedad es más diversa que los medios de comunicación. La oferta política, según Iglesias, es mucho más variada que los medios. Desde ahí, él coincide con la posición del Gobierno chileno, en el sentido de que sería necesario intervenir en el sistema de los medios con el objetivo de aumentar su diversidad.
Su postura forma parte de una ideología según la cual la democracia no es un consenso ni un contrato entre ciudadanos, sino un movimiento de expropiación de derechos, que ha expandido los privilegios de las minorías, convirtiéndolos en derechos universales. En este contexto, los medios serían “básicamente grandes aparatos ideológicos”, cuyos dueños pueden tener más poder que un político o que un Presidente. “Mi hipótesis —sostuvo en el seminario— es que en los países en que se da esta situación de falta de pluralidad en los medios de comunicación, la izquierda tiene enormemente difícil lograr sus objetivos cuando está en el gobierno y si no se abre un debate sobre la necesidad de democratizar el poder mediático”. Frente a ello, el político español plantea lo que llama una “democratización” de ese poder. Esta no es otra cosa que la intervención del Estado por la vía de leyes de medios, en la idea de instaurar un modelo de “tres tercios”: medios estatales, medios “gestionados” por ciertos actores sociales —movimientos sindicales, estudiantiles, agrupaciones de vecinos, etc.— y medios privados. Así, aunque presentada como una fórmula novedosa, su propuesta implica multiplicar el poder del Estado entregándole, en los hechos, el control directo o indirecto de la mayor parte del sistema mediático.
Por cierto, estas ideas son admiradas por una parte de la izquierda gobernante en Chile. Como afirma Iglesias, “no puede ser que la televisión pública sea únicamente de los fachas”, y de ahí su coincidencia con los planteamientos del programa del actual Gobierno, que señala como uno de de sus objetivos desarrollar un “nuevo sistema de medios públicos”. Existen, claro, otras interpretaciones sobre la posición del exvicepresidente español, que afirman que ella es el resultado de la estrepitosa derrota política que sufrió el año pasado en las elecciones de la Comunidad de Madrid, que él atribuye por entero a los medios de comunicación. Quizá en esta interpretación también existan coincidencias con al menos una parte de la coalición oficialista, que insiste en atribuir el reciente resultado plebiscitario no a los excesos de una propuesta refundacional, sino a un poder mediático perverso que habría engañado a la ciudadanía a punta de noticias falsas.
La libertad de expresión y de prensa en Chile no ha estado amenazada ni en peligro, como para que el Gobierno actual se dedique a organizar intervenciones salvadoras. Los rankings dejan al país en buen pie en este campo, si bien estamos todavía muy lejos de tener resueltos los problemas que experimenta la prensa. La violencia política también ha cobrado importantes víctimas en los medios periodísticos sin que las autoridades hayan manifestado la menor inquietud. La macrozona sur no es la única donde se han registrado atentados dirigidos específicamente en contra de los medios. La ley de transparencia también requiere de una revisión para hacerla más operativa. Cabría esperar que fueran estas las materias que atendiera la autoridad en aras del fortalecimiento democrático, antes que hacer suya una visión intervencionista como la defendida por el visitante español.