Decepción para Luiz Inácio Lula da Silva, su Partido de los Trabajadores y aliados, junto a la sorpresa, por las equivocadas predicciones del grueso de las encuestas, validadas por medios de comunicación brasileños y extranjeros, marcan los resultados de las elecciones presidenciales, parlamentarias y de gobernadores en Brasil, de este domingo.

La gran mayoría de los sondeos, más la equivocada confianza de la oposición, anticipaban un amplio triunfo de Lula y una humillante derrota a las aspiraciones de reelección del Presidente Jair Bolsonaro. Tampoco había expectativas positivas para el Partido Liberal, del mandatario. Frustradas quedaron las celebraciones programadas de la eventual arrolladora victoria del expresidente y del PT, incluyendo una masiva que se preparaba en Argentina, en la que se esperaba la participación del Presidente Alberto Fernández.

Los comicios concluyeron con inesperados resultados de 48,43% para Lula y 43,20 para Bolsonaro. El exmandatario insiste en que lo ocurrido no es más que una demora de un triunfo que finalmente se materializará el 30 de octubre. Argumenta que remontará, como sucediera en su primera candidatura presidencial, aunque olvida los varios casos exitosos de anteriores presidentes que postularon a la reelección encontrándose en el gobierno, como él mismo y Dilma Rousseff.

Reflejo de lo positiva que resultó la jornada del domingo para el actual Presidente fueron los resultados de las elecciones de parlamentarios y de gobernadores, doce de estas últimas dependientes de lo que suceda en segunda vuelta. El Partido Liberal, de hecho, tendría ya asegurada la elección de nueve de los gobernadores de estados, de los 15 que se impusieron sin necesidad de balotaje.

Junto a sus aliados, Bolsonaro tendría además 355 de los 513 diputados, 99 de ellos pertenecientes al Partido Liberal. La coalición de Lula alcanza a solo 80, siéndole más difícil encontrar aliados en los partidos menores. El Centrao, una alianza flexible de partidos de derecha y centroderecha que quedaría en tercer lugar, ha sido hasta ahora favorable al Presidente. De este modo, aun de imponerse en segunda vuelta, Lula no tendría mayoría en el Congreso.

En el balotaje, los contendientes pondrán sin duda especial interés en captar la adhesión del cerca de 20% de votantes que no sufragaron y del 5% que votó nulo. El encontrarse en el ejercicio de la Presidencia y la capacidad de reparto de beneficios estatales podrían ayudar a la candidatura Bolsonaro.

Parecería que este capitalizó la sombra de las acusaciones de corrupción desencadenadas durante el gobierno de Lula y de su sucesora, Dilma Rousseff. También le ayudan algunos indicadores, aunque modestos, de recuperación económica y el cerrado apoyo de la comunidad evangélica, de creciente influencia electoral.

Lo ocurrido en Brasil, los resultados preliminares de las elecciones peruanas del mismo domingo y el plebiscito en Chile, todos en el mismo mes, ponen en discusión la aseveración de muchos analistas que aseguraban un giro hacia la izquierda en América Latina.

Cualquiera sea el resultado de la segunda vuelta brasileña, Bolsonaro mantendrá un liderazgo, ya como gobernante u opositor. Tal escenario aconseja a la Cancillería chilena la propuesta de un embajador profesional y un manejo pragmático en las maltrechas relaciones con Brasil, potencia mundial y principal mercado del intercambio e inversiones nacionales en la región.

Por ahora, analistas, comentaristas y encuestadores llaman a la cautela, apuntan a la incertidumbre y predicen un escalamiento en la polarización y asperezas ya observadas en la campaña electoral.