Hace 20 años, China invitó a Chile a negociar un Tratado de Libre Comercio. Importante es mencionar que China por primera vez avanzaba hacia un acuerdo bilateral de esa categoría. Las negociaciones condujeron a la firma del tratado en 2005, durante APEC en Corea, vigente desde el 1° de octubre de 2006, luego de consultas internas y la aprobación legislativa, por abrumadora mayoría, de la Cámara de Diputados y el Senado de la República.
Después de su promulgación, tanto China como Chile continuaron profundizando sus relaciones no solo en el plano comercial y económico, sino que además perfeccionaron vínculos culturales, políticos, universitarios, financieros, científicos y en otras dimensiones, para beneficio de sus pueblos. Asimismo, ambos países han continuado compartiendo los beneficios del libre comercio, celebrando tratados con ese mismo propósito, con un número significativo de economías mundiales, agregando acuerdos complementarios de servicios, inversiones y en otras modalidades asociativas.
Al recordar esta fecha memorable, es ineludible valorar la trascendencia de aquella decisión y su proyección en las oportunidades abiertas a nuestro desarrollo. Se consolidó la relación con China como política de Estado, abierta a un potencial de interacciones donde los dos países pusieron las bases de una relación moderna, sustentada en un constante crecimiento de intercambios comerciales, pero también abierta a inversiones determinantes en nuestra estrategia de desarrollo.
Un diálogo enriquecido que se ha extendido a aspectos vitales para la población en momentos críticos, durante la pandemia, con acceso a millones de vacunas en calidad y cantidad de gran éxito en la vacunación masiva contra el coronavirus 2019. Veinte años después, China es nuestro principal socio comercial, y Chile es el tercer socio de China en Latinoamérica. Todo ello ha permitido crear cientos de miles de empleos en variados sectores nacionales, como la agricultura, minería, energía, industria, comercio y otros servicios, atrayendo significativas e indispensables inversiones al país.
La relación de Chile y China está siempre en construcción. De nuestra parte cabe proyectarla e impulsarla con la mirada en el largo plazo, en las transformaciones profundas que determinan el devenir del siglo XXI y siguientes. Una relación de beneficio y respeto mutuo que, desde nuestra legítima autonomía, se integra a los lazos con otros países determinantes para el interés nacional y orden internacional.
La revolución digital está demostrando que la distancia no es el obstáculo en el diálogo con China. Con las redes y plataformas del mundo virtual los intercambios son fluidos. El desafío mayor está en los entendimientos y la comprensión de las diferencias, para a partir de ellas construir una visión compartida de las tareas concretas donde nuestros esfuerzos y complementaciones fructifican en beneficios recíprocos.
El mundo se debate en una serie de tensiones, desencuentros y conflictos culturales, ideológicos, y más recientemente, en episodios bélicos concretos. En estas circunstancias, las dirigencias políticas atraviesan por serias dificultades para satisfacer las más mínimas demandas de paz, progreso y seguridad mundiales. Sin embargo, China y Chile han sido capaces a lo largo de estos 20 años, a través del entendimiento y cooperación mutua, de crecer, desarrollarse y disminuir la pobreza a niveles insospechados, a pesar de la distancia y de sus diferencias culturales y lingüísticas. Aquí también el ejemplo chino nos hace mirar con gran interés sus estrategias medioambientalistas, las que en solo seis años han logrado reducir su huella de carbono de manera sustancial.
Aparece como una gran oportunidad profundizar y perfeccionar los beneficios del Tratado de Libre Comercio e Inversión entre Chile y China.
Es de lamentar la incertidumbre que provocó el cambio de gobierno al cuestionar, algunos de sus personeros, la legitimidad y beneficios de los tratados de libre comercio y el serio traspié en la designación del nuevo embajador de Chile en China. Estos inconvenientes deben ser aclarados y resueltos con prontitud para no afectar las relaciones con el país asiático y otros países, en momentos en que Chile requiere de una clara y sólida visión de manejo de sus relaciones internacionales. La designación de un nuevo embajador con experiencia y trayectoria es urgente.
Chile no puede seguir esperando, debe resolver…
Francisco Silva S.
Presidente Comité Bilateral de Negocios Chile-China