Señor Director:

Me refiero a las opiniones e interpretaciones sobre Matías del Río, respecto de si fue o no un caso de censura y de libertad de expresión. Me inclino a pensar que lo fue.

Estoy de acuerdo en que un periodista puede ser removido de sus funciones por múltiples factores, incluyendo la calidad e interés de sus escritos o la decadencia de los mismos. Es cierto señalar que censura es impedir que un periodista emita una opinión, como tampoco es verdadero que un periodista necesita una patente de corso.

Más bien creo que en el caso de Del Río hubo mucho ruido que sirvió para dejarlo mudo.

¿Y por qué ruido? Porque, como lo ejemplificó David K. Berlo, teórico de las comunicaciones, que se apoyó en otro modelo, el de Shannon y Weaver, para que un mensaje sea exitoso se necesita una fuente que crea y codifica el mensaje, en este caso un programa de TV pública; un medio, TVN, y un receptor, la opinión pública. Si el proceso falla, Berlo introdujo el concepto de ruido, que no permite que se logre su objetivo.

A Del Río le aplicaron el ruido, o sea, lo censuraron. Analizarlo de otra manera me parece un excelente ejercicio de retórica y de filosofía, pero muy ajeno a la realidad.

Julio Eduardo Muñoz
Miembro honorario vitalicio
Sociedad Interamericana de Prensa