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Cartas
Jueves 28 de julio de 2022
Voto informado
Señor Director:
Jorge Coloma (carta de ayer) afirma que es el mercado el que oprime a la ciudadanía mientras el Estado constituye su salvación. Un análisis de nuestra historia reciente sirve para aclarar esta “interpretación”.
A fines de los 70, Chile era el país con el mayor porcentaje del producto destinado al gasto social en Latinoamérica y, al mismo tiempo, ocupaba uno de los dos últimos lugares en áreas de bienestar social, como mortalidad infantil o años de escolaridad, mientras más del 40% de la población estaba sumida en la pobreza. Este cuadro se repite hoy en países que han adoptado el “Estado social y democrático de derecho” como Venezuela, Bolivia, Ecuador o Colombia, que se ubica en el puesto 83 del Índice de Desarrollo Humano, mientras Chile, gracias a “la opresión del mercado”, ocupa el puesto 40 y el primer lugar en la región.
En lo que respecta al derecho de propiedad, la “interpretación” va por la misma línea cuando nos enteramos de que serán los políticos quienes fijen el precio del bien. Además, se atribuye a la propiedad privada una función social y ecológica (artículo 78 número 2) que se superpone al derecho al uso, disposición y goce. En cuanto al derecho a reclamo por “un precio injusto” basta ver las cifras de las demandas civiles en contra del Estado. Solo en 2019, con montos involucrados del orden de 7,4% del PIB, el 91% de los casos se falló a favor del fisco.
En lo que respecta al “derecho a una vivienda digna y adecuada” la creación constitucional de la categoría de ciudadanos “usuarios” de viviendas y no “propietarios” es irrefutable (lo mismo cabe para el caso de la propiedad de las pensiones).
Finalmente, Hannah Arendt nos llama a distinguir entre dos usos de la palabra: con el primero se exponen realidades y consolidan los pasos hacia el bien común, mientras, con el segundo, se velan intenciones y avanzan intereses particulares y objetivos ideológicos cubiertos bajo los seductores mantos del buenismo político. Es mi firme convicción que debemos esforzarnos en denunciar, sin medias tintas, el mal uso de la palabra, puesto que la refundación de Chile ha puesto todo en juego: pasado, presente y futuro.
Vanessa Kaiser