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Cartas
Miércoles 13 de julio de 2022
La Constitución soy Yo
Señor Director:
La reciente carta en que Jorge Correa Sutil comenta las declaraciones de la exconvencional Beatriz Sánchez nos remite a viejas discusiones constitucionales.
La afirmación de la señora Sánchez de que en el borrador propuesto no se habría eliminado la posibilidad de declarar un Estado de Excepción Constitucional ante una “grave alteración del orden público”, porque se podría utilizar para ello el Estado de Catástrofe, muestra que el texto permite cualquier interpretación, con independencia de su contenido real. En la doctrina constitucional las normas se aplican según su sentido natural y obvio. El Estado de Catástrofe es para “calamidades públicas”, no para controlar el orden alterado.
Esta idea de que cada cual interpreta la Constitución según su propio interés nos llevaría al peor de los mundos, es decir, a una Constitución arcana que solo podrán interpretar unos pocos iluminados redactores. Una Constitución así concebida no limita a los poderosos; no resguarda derechos o libertades; no confiere seguridad jurídica ni principios básicos, es decir, sería una “no Constitución”.
Jurídicamente, la base de toda Constitución es su texto expreso. Contra su tenor literal no caben las opiniones ni siquiera de los originalistas o “padres fundadores”, que se autoadjudican la primacía de la interpretación. El punto es que ni doña Beatriz, ni sus colegas redactores que conformaron la mayoría convencional —ni nadie— tiene más peso que las normas reales que ellos presentaron. El mundo sería invivible si cada uno interpretara la Constitución a su manera, según su ideología y conveniencia.
Técnicamente, el propuesto es uno de los textos más deficientes de que se tenga registro. Está lleno de neologismos, adjetivos, elementos valorativos o de textura abierta —algunos francamente contradictorios entre sí— y con abundantes remisiones al legislador. Es lo que podría llamarse un “no derecho constitucional” o una Constitución “a la pinta” de cada intérprete, que podría cumplir el mayor deseo de los nostálgicos del absolutismo: La Constitución soy Yo.
Víctor Manuel Avilés H.
Abogado y profesor de Derecho Constitucional