En un lugar provinciano de España, Julio Blanco (Javier Bardem) es el orgulloso propietario de Básculas Blanco, una industria que ha ganado numerosos premios locales como empresa modelo y que, en el empeño de Blanco, debe seguir ganándolos. Por ejemplo, este año. El relato comienza diez días antes de que la comisión regional decida quién se lleva el galardón.
Y comienza también cuando José (Óscar de la Fuente), un empleado con dos hijos que ha sido despedido, llega a exigir que le respondan quién dará de comer a sus niños. José es expulsado, pero Julio Blanco no anticipa que el hombre se instalará frente al portón de su industria para mantener una protesta crecientemente estruendosa, apuntada contra el principal símbolo de la actividad: el equilibrio de las básculas.
Julio Blanco quiere ser un patrón modelo y trata de adecuarse a los tiempos: está muy lejos de ser feminista, pero intenta simularlo; no cree en la integración racial, pero la finge, y quiere resolver los problemas privados de sus mejores colaboradores, sin entender la aporía que eso significa. Lo que mejor sabe es que no debe liarse con las empleadas, pero… La película avanza día por día hacia un enredo creciente del que Julio solo puede escapar con su inmensa capacidad camaleónica.
En realidad, Julio Blanco es un empresario anticuado, paternalista y arbitrario, un símbolo del capitalismo primario que no se las arregla con el mundo del trabajo, aunque se gane los premios. La película compensa deliberadamente ese lado anacrónico con los problemas realmente cómicos que lo cercan.
León de Aranoa, director y guionista, tuvo su primer éxito junto al mismo Bardem hace 20 años, con Los lunes al sol, y pasó hasta por la poco apreciable Loving Pablo Escobar en el 2017. El buen patrón puede ser una obra de madurez, con su cinismo y su tono irónico. Pero sigue siendo un cine de trazos gruesos —la empresa de balanzas, el diario Provincia Hoy, la casa llena de trofeos—, con la broma muy a mano, que no vuela más allá de la parodia.
El buen patrón creó una polémica ingrata con los hermanos Almodóvar, porque la academia española la prefirió a Madres paralelas en la representación de ese país para el Oscar. No tuvo éxito allí, pero ganó varios de los premios Platino del cine iberoamericano. Es una polémica que no la ha favorecido, desde que se trata de una comparación muy inadecuada.