La noticia de la semana fue la primera Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric. Y como nunca antes en la historia republicana, la ciudadanía pudo elegir entre la versión XL (o mamotreto) y el formato “light” (o cómic). La versión XL fue el discurso propiamente tal, que comenzó a las 11:22 am del miércoles 1 de junio en el Congreso y duró más de 2 horas. La versión “light” fue la cadena nacional de televisión en la noche a la hora de los noticieros, que se extendió por no más de 20 minutos.
Es decir, se pudo optar por leer el libro completo o por revisar el resumen del “Rincón del Vago”.
Sospecho que la mayor cantidad de gente se fue por la versión breve, así es que centraré mi análisis ahí.
Lo primero que me llamó la atención fue el set donde pusieron al Presidente, que parecía un cuadro de pintura ingenua: dos arbolitos, el tazón del perrito Brownie, un escritorio como de alumno de primero medio (al que le acaban de aumentar los ramos). Pero lo más simbólico aparecía en segundo plano, casi en la penumbra, como una insinuación: una foto enmarcada de Gabriela Mistral.
Para un poeta como nuestro gobernante esa elección no pudo ser accidental. Gabriela es la poetisa de la infancia sufrida. De los piececitos de niño azulosos de frío. Y su presencia era claramente otro complemento en esa escenografía de puerilidad. Todo se consumó en el cierre de la cadena nacional, cuando el Presidente exhibió ante las cámaras un papel ligeramente arrugado con un dibujo hecho para él por un niño.
Puro arte naíf, que parece autodidacta, que transmite honestidad y espontaneidad, pero que es una técnica muy bien pensada.
El Presidente Boric se mostró a sí mismo como ese niño mistraliano a la intemperie, al que han dejado muchas veces solo y que busca un cariño esquivo o al menos un poquito de calor. A ver si alguien le convida una sopita tibia de pan.
Creo que quedó lograda la puesta en escena, cinematográficamente hablando. Aplausos sinceros para la dirección de arte.
El único problema es que Gabriel Boric es el primer mandatario del país, no el primer púber de la nación. Tiene en sus manos un poder enorme; el poder de las armas, el poder de exigir el pago de tributos, el poder de hablar dos veces al día en cadena nacional de radio y televisión, el poder de decretar o no estado de excepción constitucional, el poder de impulsar la economía o de destrozarla, el poder de obligarnos a ir a la guerra.
Gabriel Boric tiene todo el poder de un adulto y más. Por lo tanto, debe asumir sus responsabilidades como tal, y no invocar al niño que habita en él cuando hay que enfrentar un yerro (“aprendo de mis errores”; “si he sido injusto, fue sin mala fe”; “denme tiempo”).
Quizás poca gente lo notó, pero en la escena de la Cuenta Pública nocturna del Presidente, en una de las esquinas, se formaba una sombra que parecía el perfil de Peter Pan. Pudo o no ser una casualidad, pero a mí me dejó pensando. Porque, insisto, esto es política. Entonces, o arreglamos este asunto con nuestro gobernante o él podría terminar llevándonos a El País de Nunca Jamás. Desde donde no se vuelve.
Partí escribiendo de la Cuenta y terminé con un cuento… de hadas. ¿Escuchan la “campanita”?