La eliminación de Colo Colo y la Universidad Católica y el posterior sorteo de la Copa Sudamericana -que jugarán por haber resultado terceros en sus respectivos grupos- supone un difícil escenario para el segundo semestre. La discutible ventana que abren los reglamentos del fútbol chileno para incorporar tres jugadores a los planteles en el receso obligará a ambas concesionarias a elegir un camino que no siempre es el más popular o el más lógico desde el punto de vista deportivo.
Por lo pronto, ambos entrenadores ya han insistido en que requieren utilizar todos los cupos para potenciar sus equipos. Y en el caso de la UC, es posible que lleguen incluso cuatro nuevos jugadores. El ejercicio, en ambos casos, supone una condicionante: disponer sólo de incorporaciones nacionales o “liberar” plazas actualmente ocupadas por extranjeros.
Si seguimos la lógica de que no podemos competir con los grandes clubes argentinos y brasileños, que los próximos rivales sean Sao Paulo e Internacional de Porto Alegre significa que por más millonaria que sea la inversión de Cruzados y Blanco y Negro, jamás podrán igualar los presupuestos de los rivales. Y, suponiendo que sean sólo dos partidos en el plano internacional, ¿estarán dispuestos Buljubasich y Morón a buscar alternativas de primer orden en el mercado?
En San Carlos, por ejemplo, optaron por un modelo de negocios que sólo fue en busca de alternativas para el plantel. No llegó al ninguna contratación que pudiera ser considerada titular porque, creí entender, se buscaba potenciar a los jugadores surgidos en el club y que potencialmente podrían ser transferidos: Nuñez, Saavedra, Montes, Valencia, Tapia y otros tendrán su oportunidad. Las contrataciones extranjeras eran jóvenes, para compensar la renovación de los “históricos”. Nada de eso funcionó, por lo que la alternativa hoy, a mediados de año, con el mismo presupuesto, es buscar un camino alternativo. Doloroso, por cierto, pero en la UC se han tragado el dolor y la culpa con dos golpes de timón consecutivos al proyecto.
Colo Colo está en una paradoja. Tiene los proyectos jóvenes mejor evaluados del medio local, promovidos por Gustavo Quinteros. Aunque el mismo Gustavo Quinteros no los considera competitivos ni en la liga local ni en la Libertadores. Prefirió jugar con titulares a media máquina antes que confiar en los Gutiérrez, Jeison Rojas, Cruz, Pizarro, Villanueva, Oroz o Arriagada. Por lo que, cuando contraten un central, un segundo centrodelantero o un volante (incluso un arquero), estarán cerrando la puerta a uno de sus proyectos.
Pueden ir, por cierto, por jugadores consagrados para aumentar la competitividad, en el convencimiento que los rivales brasileños son ganables y que la lucha interna lo justifica, pero deberán asumir los costos económicos de liberar plazas y deportivos al postergar la consolidación de sus promesas.
Ese es el dilema. Y no tiene fácil solución.