Señor Director:

No debería estar escribiendo esto, simplemente no debería. Pero lo hago en nombre de quienes trabajamos 45 horas de lunes a viernes y el sábado queremos visitar la Biblioteca Nacional. Gran monumento, bastión de la memoria literaria de nuestro Chile, pero cerrado los fines de semana.

¿Se imagina el lector lo que es encontrarse con un vendedor de pinochos en la entrada? Yo lo sé, las puertas cerradas y sus escaleras bloqueadas, donde se parapetan más de 40 muñecos de madera del personaje simbólico de la gran biblioteca del país.

¿Sabe el lector lo que es buscar una entrada abierta y ver, a través de la reja, jardines hermosos con infografías de la Cuncuna de Quimantú? Espero que no lo sepa, porque tendría que confirmarle que eso es todo lo que leerá un sábado en nuestra Biblioteca. Para qué decir del Archivo Nacional que, a puerta cerrada, dice su horario previa inscripción: 9 a 11 a. m. y solo de lunes a viernes. En un mes son 40 horas. ¿Ese es el tiempo que se da a los investigadores en Chile? Es mucho menos porque tiene que pedir hora vía correo.

Solo pido que seamos consecuentes. La Biblioteca está rodeada por ópticas y rayados que, paradójicamente, son lo único que ha proliferado en el barrio. ¿Acaso necesitamos más lentes para ver nuestro patrimonio secuestrado? La Biblioteca sigue custodiada por pinochos y nadie dice nada. ¿No será tiempo de la democratización del libro y la lectura? Ampliar el horario de la Biblioteca y el Archivo parece un paso mínimo y urgente para quienes prometieron reabrir las grandes alamedas en todas las regiones de Chile. Hoy abogo solo por una que, espero, reabra sus puertas considerando a quienes trabajamos de lunes a viernes.

Soledad Campaña F.