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Cartas
Domingo 03 de abril de 2022
Adiós, querido Leonel
Señor Director:
Crecí admirando a Leonel Sánchez y a su zurda maravillosa. Alcancé a verlo jugar en persona por la selección y por la U. Él era el líder y símbolo de un equipo extraordinario, mítico e inigualable, que se transformó en leyenda.
Tal como muchos de mi generación, escuché a mi padre hablar de las proezas de Leonel —como todos los hinchas de la U lo llamábamos cariñosamente— desde muy niño. El gol de tiro libre a Yashin en Arica, inmortalizado por el relato de Julio Martínez como “justicia divina”, el puñetazo noqueador al italiano David en la Batalla de Santiago contra Italia, el único chileno goleador de un Mundial, con lo que se ganó la condición de ídolo de los chilenos de todos los colores. También oí, una y otra vez, de sus muchos goles en los clásicos universitarios y el que le marcó a Colo Colo en la definición del año 1959, que fue el inicio de la década maravillosa del Ballet Azul —el equipo más dominante de la historia del fútbol chileno.
Lo conocí personalmente recién en 2008, cuando era presidente de Azul Azul. Recuerdo especialmente un chárter por el día a Cochabamba, al que convidamos a los integrantes del equipo de la década de los 60 y del que regresamos victoriosos. En ese viaje, mi padre y yo tuvimos tiempo de conversar con él sin apuro. Era un hombre sencillo, agradecido de la vida, enamorado de la U y al que le gustaba mucho hablar del Ballet.
Hay jugadores que por sus virtudes humanas y carácter determinan la trayectoria y la cultura de una institución deportiva. El equipo de la Universidad de Chile hoy convoca a millones de chilenos, que vibran cada semana por la camiseta azul. Esa legión de hinchas se formó a lo largo de décadas gracias a nuestros ídolos. Casi siempre se es injusto al mencionar solo a uno de ellos, porque en el fútbol los triunfos son de equipos y no de personas. Sin embargo, Leonel es una excepción. Él hizo que decenas o cientos de miles de niños de mi generación hiciéramos de la U una pasión difícil de explicar e imposible de entender para los que no son azules.
Ha partido un gigante. Un hombre sencillo, que fue idolatrado por millones. Un azul de corazón. Echaremos de menos al querido Leonel. Y seguiremos hablando de él a nuestros hijos y nuestros nietos.
Federico Valdés L.