Rodrigo Rojas Vade se hizo conocido durante las jornadas del estallido de octubre de 2019 por participar en la primera línea y aseverar que padecía un cáncer terminal que no podía tratarse por falta de medios económicos. Esto le sirvió para ser elegido convencional y alcanzar la calidad de vicepresidente adjunto de la Convención. Pero tras un reportaje periodístico se descubrió que todo era una impostura y terminó confesando que nunca había tenido tal enfermedad. Esto motivó que la presidenta de la Convención de entonces denunciara los hechos al Ministerio Público.
Pero ahora Rojas Vade anunció que se reincorporará a la Convención. Alegó que, si bien mantiene su voluntad de renunciar, también tiene un compromiso con sus electores del distrito 13, quienes lo escogieron como parte de un proyecto político que hoy tiene un voto menos, “ya que las fuerzas políticas del Parlamento no tienen un interés real en que sea reemplazado”.
El anuncio provocó un rechazo transversal en los sectores de la Convención. Se pidió al Senado que diera urgencia al proyecto de reforma constitucional que permite la renuncia. La presidenta del Senado, Ximena Rincón, señaló que lo pondría en tabla. En declaraciones de ayer Rojas Vade condicionó su regreso a la celeridad con que se tramite este proyecto.
La solución es precaria, ya que la norma no puede operar con efecto retroactivo. Tratándose de una sanción, aunque se la disfrace de renuncia, debe aplicarse el principio de irretroactividad, de manera que nadie podría obligar a Rodrigo Rojas Vade a alejarse de la Convención. Además, el proyecto de reforma constitucional señala que “los convencionales constituyentes podrán renunciar a sus cargos cuando hechos graves afecten severamente su desempeño o pongan en riesgo el funcionamiento de la Convención Constitucional, y así lo califique el Tribunal Calificador de Elecciones”. Como se ve, el mismo texto dice que “podrán renunciar”, por lo que si no se cuenta con la voluntad del convencional, ello no será posible.
Lo que sucede es que tal como está la normativa no hay un mecanismo de reemplazo, ya que el convencional fue en una lista de independientes. Pero no puede decirse que hubo aquí un vacío no previsto porque la reforma constitucional que dio lugar al proceso constituyente expresamente dispuso la aplicación a los convencionales de la norma del artículo 51 de la Constitución que establece que “los parlamentarios elegidos como independientes no serán reemplazados”.
Ahora bien, el abogado de Rojas Vade ha declarado que si bien no padece de cáncer, sí sufre de sífilis, de la enfermedad de Behcet y de púrpura trombocitopénica idiopática. La enfermedad de Behcet implica la inflamación de los vasos sanguíneos en todo el cuerpo, y la púrpura trombocitopénica idiopática es una disminución de plaquetas que se produce porque los órganos inmunitarios generan anticuerpos en su contra, lo que hace que el bazo no reconozca a sus propias plaquetas y las vea como células extrañas. Suponemos que por estas enfermedades presentó licencia médica.
De esta manera, no hay obstáculo para que se alegue enfermedad grave que impide desempeñar el cargo, previa calificación del Tribunal Constitucional, según lo dispone el artículo 60 inciso final de la Constitución, aplicable a los convencionales por lo señalado en el artículo 134 incorporado por la reforma constitucional de 2019, y que regula el estatuto de los convencionales. Es cierto que esto también supone la voluntad del convencional, pero aquí ya existe una vía para que Rojas Vade presente su renuncia sin necesidad de reforma constitucional.
Otra vía para impedir su reincorporación sería que la Fiscalía acuse por delito de estafa al convencional y pida su desafuero, que si es concedido operará la suspensión de sus funciones.
En realidad, la presión al Congreso, incluida la de Rojas Vade que ahora amenaza con volver a la Convención si el proyecto no avanza con rapidez, no es tanto para aceptar su vacancia como para incorporar un método de reemplazo que impida perder un voto para el proyecto de Constitución refundacional que están diseñando los dos tercios de la Convención.