Todos critican que costara nueve intentos elegir a la nueva presidenta de la Convención Constitucional. ¿Cómo podía ser posible que los convencionales de centroizquierda e izquierda, que suman 118 votos, no fueran capaces de ponerse de acuerdo para juntar los 78 votos que se requerían para escoger a la reemplazante de Elisa Loncon?
Pero yo soy empático y, más que criticar, solidarizo.
¿Cómo se las arreglarían ustedes para poner de acuerdo a más de cien personas muy distintas? Porque eso es lo que ocurre en la Convención. Es un error pensar que conviven en ella dos o tres izquierdas (la centroizquierda, la izquierda y la extrema izquierda, como era antes); no, dentro de la Convención hay decenas de izquierdas, repartidas en “colectivos” que pueden tener el mismo número de integrantes que los pasajeros de un taxi colectivo: máximo cuatro.
Hay otros “colectivos” aún más pequeños, de dos o tres miembros. Y me aseguran que incluso hay “colectivos individuales”: el “Colectivo Chahinista” sería un caso, por ejemplo; entidad fundada por el convencionista Fuad Chahin y que hasta la fecha es autoatendida por su propio dueño. Otras corrientes de ese tipo son el “esquellismo” y el casi impronunciable “marinovicismo”.
Pero incluso los “colectivos” más nutridos (los de tres o cuatro “pasajeros”) son problemáticos. Uno podría encontrar colectivos de Movimientos-Sociales-Territoriales-PRO-indultos-a-los “presos-de-la-revuelta”, por ejemplo, y colectivos de Movimientos-Sociales-Territoriales-CONTRA-los-indultos-a-los-“presos-de-la-revuelta”. Ambos quieren libres a los “primera línea” presos por lanzar molotov o quemar iglesias, solo que un grupo quiere que sea vía indulto y el otro grupo quiere que sea vía amnistía. Son dos bandos irreconciliables, que se lanzan fuego por los ojos y que podrían irse fácilmente a las manos si la discusión escalase. Imagínense pedirle a alguno de esos colectivos que vote por el otro para un cargo en la mesa de la Convención. Tortuosa pega.
Otra cosa que complica el panorama es la “fluidez” de las convicciones políticas de algunos colectivos. Así, en la mañana pueden apoyar al Colectivo Socialista para liderar la Convención, y en la tarde pueden sentirse asqueados de sí mismos por haberse inclinado por una opción amarillista y proneoliberal y entonces decidirse por respaldar a un ex Lista del Pueblo. Ese trance le costará la expulsión del colectivo a “le compañere” que propuso apoyar a los socialistas, quien desde el exilio formará un nuevo colectivo que denominará “Colectivo Postsocialista” y que tendrá un solo militante, por un tiempo… o para siempre.
La cosa es de terror. Por eso, menos mal que el Partido Comunista (que es el colectivo más disciplinado de todos) se decidió a poner orden y levantó una candidatura que pudiera terminar con las rondas interminables de votaciones. Pero el PC pasó susto, porque su candidata estaba consiguiendo solo 77 de los 78 votos necesarios.
De nuevo, menos mal que un convencionista de derecha, el RN y pastor evangélico Luciano Silva, aportó su voto para evitar que la candidata del PC se perdiera.
Es que como ven, en todas partes se cuecen habas. La derecha también tiene sus “colectivos individuales”, y el “colectivo lucianista” (con un solo miembro) es uno de los más vistosos.