Confieso que me llamó la atención la rapidez y docilidad con que personas de la ex-Concertación le entregaron su apoyo a Gabriel Boric.
El que más me sorprendió fue Ricardo Lagos Escobar. Se entregó en cuerpo y alma sin pedir nada a cambio, sin preludio. Se dejó llevar, como si hubiese oído cantos de sirena y hubiese olvidado amarrarse al mástil del barco. ¿Por qué ese arrebato, esa consagración repentina a una fe forastera? ¿Por qué el apuro de Lagos?
Recordé cuando Lagos dijo “ofrezco relaciones aquí y ahora” (refiriéndose a Bolivia, no sean mal pensados). Y entendí que Lagos es así, un tipo apasionado... y ansioso.
Pero Lagos Escobar no fue el único en subirse velozmente al proyecto de Boric. Economistas de renombre, constitucionalistas, profesores universitarios, periodistas, científicos, legisladores provenientes de la centroizquierda se apresuraron también a mostrar, de manera explícita algunos, cínica otros, su adhesión al diputado del bloque FA-PC.
¿Por qué personas que debieron soportar durante años los insultos del Frente Amplio y el Partido Comunista, que se tragaron ese anfibio del “no-son-30-pesos-son-30-años”, ahora corren a los brazos del líder del conglomerado que construyó un proyecto político desprestigiando a la Concertación?
¿Serán masoquistas? ¿O siempre fueron de ultraizquierda, solo que disimulaban?
No lo creo.
Mi teoría es que extrañan estar en el poder. Lo disfrutaron sin contrapesos durante 20 años desde 1990 y luego vino la terrible intermitencia Piñera-Bachelet-Piñera.
Mi teoría para explicarlo todo es que la ex-Concertación simplemente quiere subirse al árbol. A ese árbol patagónico de tamaño medium, pulido por el viento, que ha usado Boric como ícono de su campaña.
Pero ese árbol es demasiado pequeño para que quepan todos. No servirá.
No importa, porque Boric es goloso (como digo en mi libro, que ya está en librerías, by the way) y querrá que todas las izquierdas lo abracen, y entonces se las arreglará para agrandar el árbol.
Tendrá que transformar su árbol magallánico en un baobab (ese gigantesco árbol africano) para que quepan todos. Fundará un gobierno baobab; un Estado baobab. Ya ha dado señales de eso: pretende fundar una empresa minera estatal para explotar el litio, una empresa estatal de transporte, un banco estatal, una administradora de ahorros previsionales estatal, ferreterías estatales, etc. Es decir, un árbol enorme, frondoso, con harta fruta.
Nunca el dicho “no me den nada, pero pónganme donde haiga” sonó tan ad hoc y promisorio.
Si gana, Boric tendrá muchos cargos públicos que repartir y no tendrá suficiente elenco dentro del Frente Amplio y el Partido Comunista para llenarlos (si bien los FA-PC captarán las posiciones más glamorosas y solventes): así quedará algo para los ex-Concertación.
Por eso, nunca el dicho “ofrezco relaciones aquí y ahora” sonó tan sexy.
Hay un problema, eso sí. Supongo que leyeron “El Principito”. Bueno, ahí queda claro cuál es el riesgo de los baobabs. Cuando crecen demasiado, sus raíces pueden terminar haciendo estallar un planeta no tan grande. Ese era el terror del Principito. Imaginen lo que podría hacerle un Estado-baobab a un pequeño país como el nuestro. Terminaremos todos trabajando buena parte del año para pagar los impuestos que harán falta para regar el baobab.