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Editorial
Jueves 25 de noviembre de 2021
Mujeres y campaña electoral
"Esta debe ser oportunidad para discutir sin ideologismos los temas que atañen a la mujer y rechazando expresiones denigratorias".
Un tema recurrente de los debates previos a la primera vuelta presidencial y de la competencia electoral que se inició luego de los resultados del domingo, se refiere a las definiciones en torno al rol social de la mujer, sus preocupaciones y anhelos, y las políticas públicas necesarias para responder a dichas demandas desde diferentes miradas. Los énfasis en esta discusión varían desde un enfoque más centrado en la familia hasta aquel propio del feminismo radical, en el cual prima una visión focalizada en sus derechos reproductivos y en la necesidad de dejar atrás lo que se describe como una realidad patriarcal de dominio masculino.
Si bien la sociedad chilena ha experimentado importantes transformaciones culturales tendientes a favorecer un contexto de mayor colaboración entre el ámbito familiar y laboral, impulsando y relevando el aporte de la mujer en los diferentes ámbitos del quehacer social en igualdad de condiciones con el hombre, aún subsisten brechas urgentes de corregir mediante normas y políticas públicas adecuadas, especialmente luego del impacto causado por la pandemia en situaciones de violencia intrafamiliar como también en la pérdida de empleos formales femeninos. Es necesario ahondar en propuestas que no se reduzcan solo a la paridad o a la discusión del aborto, pues la inserción social igualitaria requiere de iniciativas que aborden integralmente la condición de la mujer.
Especialmente relevante en esta tarea de visibilizar los problemas que afectan a las mujeres ha sido la creación —en 2016— del Ministerio de la Mujer, organismo que ha impulsado temas de gran sensibilidad, como la no discriminación, la igualdad de derechos, la corresponsabilidad y las políticas antiacoso y contra la violencia, entre otras materias, permitiendo a quien dirige esta institución destacar entre otras personalidades públicas por su buena evaluación ciudadana. Más que su supresión, el próximo gobierno debiera relevar su labor de impulsor de políticas públicas eficaces y beneficiosas, por ejemplo, para las mujeres trabajadoras.
La campaña electoral en curso debe ser la oportunidad para discutir sin ideologismos los temas que atañen a la mujer, pues, como lo han afirmado promotoras del feminismo —por ejemplo, la escritora y antropóloga argentina Rita Segato, inspiradora del colectivo Las Tesis—, no hay una única forma de ser mujer; de allí la necesidad de respetar a cada una en su propia realidad. Es necesario avanzar en normas que permitan el desarrollo integral de la mujer, en un contexto donde no haya espacio para el abuso ni el acoso. Asimismo, los altos porcentajes de madres trabajadoras jefas de hogar hacen imperioso el avance en políticas públicas como la sala cuna universal —hoy entrampada en el Congreso—, leyes laborales flexibles, empleos compatibles con la realidad familiar y un mayor involucramiento de los padres en la crianza.
No basta solo la conquista del voto femenino. Las candidaturas presidenciales debieran contribuir al diseño de propuestas que consigan un impacto efectivo en la realidad de mujeres que enfrentan pobreza y que buscan mayores oportunidades de progreso en un entorno seguro, así como atender a aquellas madres que cada día luchan por asegurar un mejor futuro para sus hijos. Más que eslóganes —y menos agresiones, como las inaceptables expresiones denigratorias emitidas por un diputado electo que acaba de renunciar al Partido Republicano—, esta campaña es el momento de responder a las distintas voces que representan a la mujer, no bajo un modelo único, sino en sus múltiples facetas, con respeto a su dignidad y libertad.