Siempre supimos que la matemática de la Convención Constitucional podría traer consecuencias: la bancada más grande entre los constituyentes electos era al comienzo la de la Lista del Pueblo y el sector político identificado con la oposición tenía más de dos tercios (2/3) de los votos.
Con esos números, la centroizquierda, la izquierda y la extrema izquierda tenían desde el primer día el poder para aprobar a su gusto la propuesta de texto de nueva Constitución que deberá plebiscitarse al final del proceso.
Pero pese a eso, las cosas se pusieron complicadas: aparecieron los números complejos.
En matemáticas, los números complejos (y cito textual la definición) “son combinaciones de números reales y números imaginarios”.
Algunos de ustedes dirán que estoy aquí haciendo un juego lógico para probar un punto que ya imaginan. Los más matemáticos entre ustedes me argumentarán que los números complejos son números que tienen una parte real y una parte imaginaria. Y tienen razón.
Sin embargo, también es cierto que los números complejos tienen dos formas posibles: el número complejo puramente real y el número complejo puramente imaginario. Si algunos de ustedes no están familiarizados con este ámbito de las matemáticas, los invito a googlear lo que estoy diciendo para que vean que es así.
Raya para la suma: mi punto es que en la cuestión constitucional hay un solo número puramente real, que es 2/3. Eso fue lo que se aprobó por el Congreso Nacional en la reforma constitucional que le dio vida a todo el proceso constituyente. Todos los candidatos a convencionales compitieron sabiendo que irían a un proceso que se votaría tanto en el reglamento como en los artículos del texto constitucional por 2/3. Esas fueron las reglas del juego desde el comienzo.
El número 1/2 nunca estuvo sobre la mesa. ¿Por qué tratar de imponerlo ahora? ¿Por qué cambiarles las reglas del juego a toda esa gente que votó Apruebo en el plebiscito entendiendo que se vendría un proceso constituyente que combinaría “hoja en blanco” y “dos tercios”? La “hoja en blanco” suponía elaborar una Constitución desde cero y los “dos tercios” implicaban que todo lo que se pusiera por escrito tendría el apoyo de una amplia mayoría y así se garantizaba que las nuevas normas fuesen aceptadas por una porción enorme de chilenos.
Eso es lo complejo de cambiar los números a esta altura del proceso.
En síntesis, para estos efectos, el número real es 2/3 y el 1/2 es, en verdad, puramente imaginario. El 1/2 se reservó para el final del camino, para el plebiscito de salida, pero nunca para la elaboración de la propuesta de nueva Constitución.
Propongo que no nos demos más vueltas en esto. Hay que puro saber sumar 2+2 para entender lo que digo. Si alguien se quiere negar a ver esto, que es lo evidente, esas personas son simplemente un cero a la izquierda. Ni la “cuenta de la vieja” es más clara.
Los números de la constituyente no tienen nada de complejos.