El desastroso manejo del Presidente Biden de la evacuación de civiles y militares desde Afganistán impacta en todo el mundo, hasta en Chile. No es posible ignorar la tragedia humanitaria, aparte de otras repercusiones de la fallida intervención militar. Ante riesgos vitales, cientos de miles de afganos huyen de los talibanes, buscan protección en el extranjero.
Absorber a los refugiados será complejo. Estados Unidos tiene la obligación moral de acoger afganos en peligro, especialmente las familias de colaboradores, intérpretes y civiles que les prestaron servicios en esta guerra. Lo mismo prometen sus aliados que intervinieron en el conflicto.
Norteamérica busca y presiona para que otros países se sumen al difícil reasentamiento de afganos. En Europa, serán varias decenas de miles los allegados. Solo en Gran Bretaña superarían los 20 mil, distribuidos en cinco años. En Latinoamérica, se confirma que el gobierno mexicano ya recibió poco más de un centenar. Colombia ingresará transitoriamente a unos cuatro mil, para ser relocalizados, en su mayoría, en el exterior. La presión y el número probablemente se incrementarán.
Chile anunció la acogida de diez familias afganas. Algunas versiones anticipan que ese número podría aumentar. La cantidad en todo caso sería modesta, aunque justificada. Ingresos descontrolados de refugiados, sin la debida preparación, sin programas y financiamientos asistenciales indispensables, son una irresponsabilidad, engaño y desprestigio para el país receptor. Sin el apoyo gubernamental y familiar necesario, los supuestamente beneficiados terminarán desamparados y condenados a la indignidad. Ya ocurrió en los noventa con 26 refugiados kosovares de la ex-Yugoslavia en Chile. Apoteósicamente recibidos, a los dos años de ingreso, decepcionados, la gran mayoría salió del territorio nacional para regresar a sus tierras. No sucedió lo mismo con catorce familias sirias a las que se dio refugio durante el gobierno anterior. Cierto que estos se favorecieron al encontrarse con una significativa comunidad siria, organizada e integrada plenamente al país.
El principio de la reunificación familiar es un derecho y condición fundamental para la inserción y progreso de migrantes y refugiados.
Según datos del Departamento de Extranjería y Migraciones, 110 afganos están avecindados en el país. Esa es una referencia a tener en cuenta. Por las marcadas diferencias culturales con la población local, la cooperación y disposición de los compatriotas residentes para acoger, integrar y verificar los antecedentes de los refugiados sería decisiva y condicionante para el otorgamiento de visas de refugio.
Facilitar la reunificación familiar de los afganos residentes es un deber; ir más allá, en este caso, crea complejidades difíciles de sortear, que no se compensan con las ventajas para las relaciones exteriores y la imagen de Chile.