En el minuto 79 se produce un vuelco inaudito que ocurre sobre los techos del Heinz Field, un estadio para el fútbol americano donde hacen de locales los Steelers, porque la ciudad es Pittsburgh y el río cercano el Ohio.
Sobre la plataforma, el desesperado Ray Cooper (Jason Momoa) escucha a la detective del FBI Sarah Meeker (Lex Scott Davis), quien le pide que no haga lo que quiere hacer: correr, tirarse al río y acaso suicidarse.
No hay ninguna gran revelación, porque la película partió con la secuencia que ahora se reproduce en el minuto 79.
Entre medio hubo un flashback enmarcado por la voz en off de Ray, con tono solemne y poético.
Primero, la historia de su familia. Es un empleado y hombre fuerte, por eso el box y los músculos, casado con Amanda (Adria Arjona) y la única hija es la joven Rachel (Isabela Merced), estudiante experta en el judo olímpico.
En “Sweet girl” hay cosas que transcurren lentas y otras, en cambio, de manera casi instantánea, y ya a los 10 minutos de película, o por ahí, Amanda está por morir de cáncer y espera con ansias un remedio, el spero, que es discontinuado de manera sorpresiva, y la razón la desmenuzan en un programa periodístico de CNN: Simon Keeley (Justin Bartha), CEO de BioPrime, insiste en las bondades de su producto, el infirman, y reafirma que no tuvo arte ni parte en el inesperado final del producto de la competencia: el spero.
Hay desconfianza de parte de la periodista y también de una senadora que investigó el caso, y como hay un teléfono en pantalla, Ray llama al canal desde el hospital, donde Amanda agoniza. Los términos no son gentiles y tampoco los textuales, pero este es el mensaje para el CEO: “Si mi esposa muere, te mato”.
Antes de llegar a los 79 minutos, Ray inicia las pesquisas, son tentativas e irregulares, siempre acompañado por su hija Rachel, y resulta que sus sospechas van en sentido correcto: ambición empresarial, colusión entre laboratorios, sobornos políticos, guardaespaldas mortales, corrupción en las altas esferas e incluso hay un hijo de granjeros que devino en asesino a sueldo: Amos Santos (Manuel García-Rulfo).
Son tan poderosos y ricos los enemigos, que Rachel, como conoce a su padre, le pregunta con temor y desconfianza: “¿Tienes un plan?”.
La sorpresa es que Ray lo tiene, no es de los mejores, porque es como la película, pero el cambio de tuerca increíble, como ya se dijo, ocurre a los 79 minutos.
En rigor, la secuencia del comienzo comparada con la del minuto 79 no es exactamente igual, porque cambian los parlamentos de la sargento Meeker, pero una de las claves está en una frase: “Tu peluche se llamaba Paloma”.
Otra clave es la pregunta que se hace Rachel para sí misma: “¿Es el mundo el que está de cabeza o solo soy yo?”.
Rachel, la verdad sea dicha: eres tú, tu padre Ray, la sargento Meeker, la difunta Amanda, el CEO Keeley y la película entera, divertida a su pesar, increíble de ver y un ejemplo de guion inconcebible.
“Sweet girl”. Estados Unidos, 2021. Director: Brian Andrew Mendoza. Con: Jason Momoa, Isabela Merced, Justin Bartha. 109 minutos. Netflix.