¿Qué se obtiene del mix entre un queso y una pesadilla? Una quesadilla. Y eso es, trágicamente, lo que está resultando del primer mes de funcionamiento de la Convención Constitucional, que se cumplió esta semana.
Como en la Ley de Murphy, todo lo que podía salir mal… salió pésimo. Desde la inauguración, que fue un chascarro, donde ni siquiera se pudo cantar el Himno Nacional, y en los días siguientes se fueron acumulando desaguisados que han provocado inquietud y decepción incluso entre los más optimistas.
Este mes ha sido la peor pesadilla para quienes han defendido el proceso constituyente, incluso desde antes del estallido del 18 de octubre.
El “broche de oro” (es un decir, aprovechando la época olímpica) de las polémicas de este primer mes de funcionamiento de la Convención fue el famoso “queso azul” que se exigió para coronar con dignidad la ensalada de la presidenta de la entidad.
Así es como esta pesadilla incrustada de queso se convierte en quesadilla.
Pero ojo. Aquí no hay que engañarse. Como dice el viejo refrán español, aquí “que no te la den con queso” (viene de los bodegueros que hacían probar a los clientes los vinos malos con un trozo de queso para no arruinar la venta).
Mi opinión es que el desprestigio de la Convención Constitucional no es una buena noticia, ni siquiera para aquellos que siempre se opusieron al proceso constituyente. Sé que hay personas que añoran el fracaso de los constituyentes en su intento por redactar una nueva Carta Magna o aspiran a que esta sea rechazada en el plebiscito de salida. Sueñan que eso conducirá a que Chile vuelva a su estado previo al 18 de octubre de 2019 y así se mantendrá vigente la actual Constitución.
Mi humilde opinión es que eso no tiene viabilidad. Casi el 80% de los electores votaron el año pasado por escribir una nueva Constitución: ahí quedó sellada su suerte. Fue un sentencia de muerte validada democráticamente en las urnas. Incluso los fans de la Constitución del 80 deben resignarse a ese otro 80, el “ochentaporciento”. ¿Se arrepentirán hoy los derechistas que llamaron a votar por el Apruebo como “táctica”?
Así las cosas, ¿qué queda? Apostar a que la Convención adquiera la sensatez que la mayoría espera. Que adopte los buenos modales republicanos y comience a hacer la tarea de debatir un conjunto de normas básicas que permitan que ojalá todos los chilenos se sientan cómodos viviendo en comunidad con sus compatriotas en el mismo país. Eso supone abandonar las miradas de micronichos identitarios y abrirse a la búsqueda de consensos amplios.
Qué ganas de poder comenzar de nuevo y —volviendo a invocar los JJ.OO.— decretar que esto fue una “partida falsa”.
¿Se podrá hacer “borrón y cuenta nueva”? ¿Partir de una hoja en blanco? Mitch, quizás este era el verdadero sentido del eslogan “hoja en blanco”. No se trataba de reescribir completa la historia de Chile, sino hacer como que este primer mes fue solo un mal sueño, una “quesadilla”, de la que podemos despertar y partir de nuevo, ahora en serio.