El triunfo de Gabriel Boric como candidato de la izquierda ha sido bien recibido en distintos sectores, por cuanto ha quedado descartada la opción de Daniel Jadue (PC), de cuestionadas credenciales democráticas. Sin embargo, un análisis detallado del programa de gobierno del Frente Amplio en aspectos económicos da cuenta de numerosas coincidencias con el programa del derrotado abanderado comunista. Tanto es así que declaraciones de sus coordinadores económicos han enfatizado que son la gradualidad y la temporalidad, no la dirección, lo que distingue a ambas propuestas.

Ello queda de manifiesto al analizar los principales ejes del programa de Boric. Se manifiesta por de pronto una gran expectativa en la capacidad del sector público para liderar el desarrollo económico. En el corto plazo, el plan de reactivación económica descansa en los actuales subsidios al empleo, pero enfocados exclusivamente en mujeres, y en un importante plan público de inversión en infraestructura. En contraste, escasean las referencias a formas de potenciar la recuperación de la inversión privada, verdadero motor del crecimiento económico.

Este papel central del Estado en el desarrollo queda demarcado también al enfatizar su rol en “la conformación del mercado y la cocreación”, dándole por ello derecho a parte de las ganancias obtenidas por el sector privado. Esta lógica, que parece ir más allá de la existencia de impuestos proporcionales, apunta al reconocimiento del papel del Estado como eje ordenador de las relaciones económicas y, como tal, sujeto de ciertos derechos respecto de la actividad privada. Estos conceptos, de fuerte impronta intervencionista, dejan de manifiesto una concepción económica donde en definitiva es el Estado el que está en el centro.

En línea con lo anterior, se propone la creación de un Banco de Desarrollo, que provea financiamiento al sector privado, así como la implementación de una activa política industrial a través de la creación de parques científico-tecnológicos cuyos sectores prioritarios serán definidos por medio de procesos descentralizados y participativos. El nulo rol asignado al mercado en la asignación de esos recursos y su reemplazo por mecanismos centralizados y con participación de las comunidades —que, por valiosa que pueda estimarse, no necesariamente promueve inversiones de largo plazo, sino que corre el riesgo de dejarse llevar por intereses particulares— dan cuenta de un modelo de desarrollo de poca profundidad.

En materia laboral, el programa de Boric apunta a fortalecer el poder de los sindicatos, incluyendo la negociación multinivel por sector económico. Junto con la ampliación del derecho a huelga, se propone eliminar las normas de servicios mínimos, las que hoy permiten niveles mínimos de actividad que sean esenciales para salvaguardar las instalaciones y seguridad de una empresa o para atender necesidades básicas de la población en caso de conflicto laboral. Por último, en materia impositiva, el programa apunta a un fuerte incremento de los impuestos, superior al 8% del PIB. En este sentido, la propuesta no es muy diferente de la de Daniel Jadue.

Por cierto, el programa del candidato Gabriel Boric, con fuerte contenido estatista, dista mucho de los modelos económicos existentes en naciones nórdicas u otros países de referencia, donde el mercado cumple un rol central y el Estado más bien establece reglas claras y no discriminatorias en su actuar.