Una tradicional picá nos ha servido ad portam domus una gran bolsa con la comida calientita en un abrir y cerrar de ojos.
¿Curiosilla, Madame, por el latinajo? Pues, le diremos que se trata de Eladio, que aunque exhibe impresionante certificado internacional HACCP (Hazard Analysis Critical Control Point) que garantiza limpieza y seguridad, sigue siendo la tradicional picá que conocemos desde antiguo. Y hemos quedado impresionados con la rapidez, eficiencia y buena presentación de nuestro pedido cibernético: todo ordenadito, a punto, con todos los detalles de una mesa real, no virtual: pan calientito, mantequilla, pebre. Solo faltaron las servilletas y el florerito con lindo clavel plástico.
Ahora, la verdá. Nuestros camarones “al olivillo” ($5.980; denominación novedosa; ¿será por lo de “ajillo”?) llegaron calientes, en abundante salsa de su propia cocción, con aceite de oliva. Hubiéramos estado más conformes todavía con un par más de camarones (de muy buen porte) y con que a estos les hubieran cortado la molesta cola, que hay que sacarse de entre los dientes.
El arrollado huaso frío ($6.230) llegó en gran, gran cantidad de rebanadas gruesecitas. Un poco demasiado “sanito” el arrollado; pero muy abundante, de sólida carnita de chancho. Rebanadas ideales para hacerse un sánguche.
Fondos. Pedimos, para aprovechar las virtudes huasas de Eladio, un costillar de chancho a la chilena ($9.450). Gran trozo de carne delicuescente (que los franceses llaman carne à la cuillère), con buen equilibrio de graso y magro, pero, igual que el arrollado, excesivamente sanito: el costillar asado debe estar bien aliñado y venir picantito, como le gusta al huaso chileno. Es plausible la idea de presentar carnes sanitas para los extranjeros, poco acostumbrados a nuestra sazón, y para la turbamulta criolla que huye del aliño como de la peste (¿en cuántas casas ni se oye hablar de ajo ni de comino, y la pimienta se usa un par de veces al año, y de hierbas, no más que el perejil?); pero un plato “a la chilena” se desvirtúa fácilmente si no está bien sazonado.
La escalopa Kaiser ($9.000) resultó ser un gran envoltorio de carne delgadita, de un apanado perfectísimo, relleno con jamón y queso. Nos dio, eso sí, la impresión de una almohada, así era de perfecto y grande (¡bien este detalle!) el envoltorio. Cosa rara: a veces uno prefiere un plato con alguna ligera imperfección, que no dé la idea de un preparado hecho industrialmente y a gran escala; o sea, que muestre la mano humana ahuasá… Pero, en fin.
Postres: torta de merengue con frambuesa (poca frambuesa), y tiramisú que era, más bien, postre inspirado en el tiramisú, pero no the real thing (ambos a $2.980). Se paga el envío ($3.500) más la propina.
¡No se me ponga tímido con el aliño, Eladio! Cierta vez le llevamos ahí a comer plateada a un amigo paraguayo. Su comentario: “Ah, carne hervida”. Avda. Ossa 2234, La Reina y en https://delivery.eladio.cl