En la propuesta de Daniel Jadue sobre pensiones, recién publicada, veo un componente valioso: propone obligar a pagar una cotización de seguridad social a los pescadores artesanales, a los camioneros, a los vendedores instalados en la vía pública y los demás independientes sin boleta. Pero, ¿aprobará esto el electorado? ¿Cuándo lo preguntarán los conductores de matinal y los encuestadores? Si esto concitara aprobación, todos los candidatos a la presidencia deberían sumar esta propuesta.
Pero los componentes engañosos de la propuesta comunista son mayoría. Primero, no dice nada sobre aumentos de cotización o de edad de jubilación. Si no las sube, no podrá cumplir lo que promete en cuanto a que “los beneficios sean sostenibles en el tiempo”. Y si planea subirlas para cumplir sus promesas de beneficios, ¿por qué Jadue esconde cuánto —sí, cuánto— subirán?
El número de chilenos mayores de 65 años, todos los cuales recibirían pensión, aumentará gradualmente en los próximos 30 años desde 2,2 a 5,3 millones, según los datos de nacimientos y las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas. Financiar tamaña multiplicación del gasto sin capitalización, sin subir la edad de pensión y sin expropiar los ahorros actuales de los afiliados, requeriría subir la actual cotización para pensiones desde 13% del sueldo a 32% del sueldo. Esto se obtiene de una regla de tres, y de reajustar las pensiones según variación de salarios.
Los comunistas prometen superar este obstáculo por medio de subir la cotización al empleador. El aumento de costos sería enorme: para un salario bruto de $600 mil, el costo extra sería $114 mil al mes. ¿Cuántos empleos de nivel medio sobrevivirían? Aquellos que nieguen todo reajuste salarial real durante los próximos 30 años. Esconder este drama a los chilenos es un engaño.
Jadue también aumentaría los impuestos “generales”, con el fin de elevar la pensión básica desde $167 mil a $245 mil al mes y para extenderla a personas de altos ingresos (eso significa ser “universal”). Oculta que solo podrá hacer ajustes menores a los tributos que pagan las empresas. Hoy las empresas chilenas pagan el doble de lo que pagan las empresas en Suecia y Francia, por mencionar solo dos países entre muchos similares. En 2019, las chilenas pagaron 4,8% del PIB, mucho más que el 2,9% y el 2,2% pagado por las suecas y francesas. Dado eso, Jadue gravaría más a los dueños de empresas. Es lo que intentó hacer Maduro en Venezuela. El resultado —previsible— fue peor que cero, porque muchos dueños cerraron sus empresas. La cantidad recaudada disminuyó (en vez de subir). No habiendo ya más víctimas, los únicos impuestos “generales” grandes del programa comunista serán aumentos de IVA y del impuesto a los combustibles. Esto es dramático, porque quienes los pagarían serían los propios trabajadores. El programa comunista lo oculta.
Esta propuesta se gasta dos veces la misma plata. Ya que no expropia los ahorros existentes hoy, lo disponible será solo el flujo de nuevas cotizaciones y nuevos tributos. Dice que destinará esto a subsidios a los actuales jubilados, a subsidios a los de bajos ingresos y a aumentar las pensiones de las mujeres. Sin embargo, también dice que, para resistir el aumento en el número de personas de 65 y más años, que eleva el gasto total, destinará esa misma plata a un “Fondo de Capitalización Colectiva”, que “se alimentará de las cotizaciones corrientes”. Esto es imposible: no se puede gastar la misma plata dos veces. Con estas presiones, ¿debe un chileno medio prudente tomar en cuenta que al final Jadue sí podría expropiarle sus ahorros previsionales, que tiene hoy? Claro que sí.
Salvador Valdés P.
Doctor en Economía MIT