Paula Daza, quien esta semana se apropió del “Matinal de Paris” —dada la ausencia del titular de Salud—, es una curiosa mezcla entre santa y diabla.
Ella nunca dice una mala palabra, jamás falta o llega atrasada a la pega, no es peladora, soporta estoica la carga laboral que le asignan y muchas veces pone la otra mejilla.
Pero al mismo tiempo se viste como rebelde. Sus blusas dicen casi todo lo que su boca edita… o calla. Los diseños de sus blusas son explosivos, bizarros y hasta abyectos. Hay días en que en sus blusas ocurren carnavales; he visto revoluciones también allí. Han caído regímenes en sus blusas.
Y a su lado, han caído ministros, subsecretarios, asesores… también aliados y enemigos.
En medio de la devastación que ha provocado la pandemia en la autoridad sanitaria, Paula Daza es la gran sobreviviente. Ha soportado la metralla hiriente del Colegio Médico y de la oposición de izquierda (que para estos efectos es lo mismo); también las querellas intestinas del oficialismo, el hablar golpeado de los jefes, las pataletas de los ídem y la chimuchina palaciega. Y ella… como si lloviera: ingrávida, gentil, sonriente y elegante.
Es esa templanza la que ha conseguido que los chilenos, en los momentos más angustiantes de la pandemia, cuando dejamos de ver luz al final del túnel, cuando hemos perdido la confianza en todos, cuando hemos pensado que ya de nada nos sirve rezar, hemos recurrido a ella. La hemos esperado en la televisión, para que sus palabras mesuradas calmen nuestra ansiedad. Confieso que algunas noches me he quedado dormido haciéndome preguntas que me encantaría que me respondiera Paula Daza.
Una noche estaba en eso y me avergoncé al darme cuenta de que, en verdad, le estaba rezando.
Le comenté esa experiencia religiosa a mi señora, como para liberarme y evitar malos entendidos, y ella me aportó la definición que buscaba: “Es que ella es La Patrona de los chilenos en la pandemia”, me dijo, y se volvió a dormir.
Obviamente me desvelé más. Pero mi señora tenía razón.
Paula Daza es “La Patrona de Chile” en pandemia, en el sentido cristiano del término, como “santa patrona”, que se refiere a esos personajes religiosos que tienen una afinidad especial hacia un país, una comunidad o incluso un grupo definido de personas, a quienes protegen o defienden. Ahí están los patronos o patronas de los deportistas, los escritores, los viajeros o aquellos que defienden causas perdidas.
Pero Paula Daza es también “la patrona” en el otro sentido de la palabra. Un patrón o una patrona son las personas que mandan en un lugar. Ya sea porque son los propietarios de ese sitio o porque se les ha conferido el poder de mandar ahí, como en el caso de un patrón de barco, por ejemplo.
Lo que yo estoy sospechando es que Paula Daza no es precisamente una sobreviviente en el Ministerio de Salud, sino que es la que en verdad manda. Ejerce su poder en modo “soft-power” probablemente, concedo eso, pero el suyo es poder real. Eso lo explicaría todo. Las blusas, la permanencia, la templanza, la sonrisa permanente, la elegancia. Son puros atributos del poder.
Paula Daza es nuestra patrona, con mayúscula y minúscula. Amén.