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Cartas
Martes 01 de junio de 2021
“Ahí nomás”
Señor Director:
Me gustaría precisar algunos puntos respecto de la carta del distinguido académico de la Universidad de los Andes Joaquín Zuleta, que se refiere a mi columna publicada el sábado 29 de mayo.
1. Tengo el mayor aprecio por la literatura colonial, su riqueza y diversidad y la considero fundante de nuestra literatura nacional. Sin embargo, en ninguna línea de mi columna, ni por asomo, hice juicio alguno que la menoscabara, porque ello contradiría estudios literarios sólidos que comparto plenamente.
2. Precisamente la columna tuvo el propósito inverso al que me atribuye, porque menciona extensamente la carta de Pedro de Valdivia para ilustrar un rasgo cultural vigente, actual y cotidiano, calificando a Valdivia como autor del primer relato de un viaje al río Maule en las letras de Occidente, un elogio no menor, y destacando como sobresalientes partes del mismo y, lo que es más importante, conecta su escritura con la obra de un autor chileno contemporáneo, un poeta tan poderoso como Pablo de Rokha. Me hubiese gustado un reconocimiento a esa dimensión que me resulta patente en una lectura bien hecha de la columna.
3. Lamento que el haber valorado, muy de pasada, la calidad escritural de Pedro de Valdivia como “ahí nomás”, llevara al profesor Zuleta a pensar exactamente lo contrario de lo que me proponía mostrar y, todavía más, me resulta interesante que a esa expresión coloquial e imprecisa le hubiera otorgado un significado claro y distinto, sin reclamar explicación alguna, lo cual me pondría, lo reconozco, en severo aprieto.
4. Los trabajos de Ferreccio, Goic y, sobre todo, de Lucia Invernizzi, me parecen esenciales e iluminadores para comprender las cartas de Valdivia en el contexto de la retórica histórica de la época. El enfoque literario que ellos añadieron al estudio de documentos que solo habían sido considerados como fuentes historiográficas y analizados desde las metodologías que estas disciplinas emplean es muy valioso y permite leerlas en el contexto al que pertenecen, a los recursos y estrategias discursivas propias de su género, pero no me parece que permitan ni se propongan elevar a Valdivia al “parnaso de las letras nacionales e hispanoamericanas”.
5. Es atrevido separar en Valdivia su papel militar y político en nuestra historia de sus talentos como autor (disponía, además, de un secretario letrado) y no quiero entrar en una polémica irresoluble, pero leyendo la totalidad de sus escritos sobrevivientes, no me resulta correcto colocarlo críticamente al nivel de otros autores del período, como un Garcilaso de la Vega (soldado y poeta casi contemporáneo suyo) —si nos vamos a España— o al de algunos de los mismos otros autores coloniales que menciona el profesor Zuleta. ¿De Ercilla? ¿De Pedro de Oña? ¿De Luis de Valdivia, de Alonso de Ovalle, de Lacunza, de Molina, de Úrsula Suárez —todos estos últimos extrañamente omitidos en la enumeración del profesor Zuleta— y que yo considero figuras importantes de las letras chilenas?
6. Como crítico, todavía más, me parece que lo que urge es “bajar del parnaso” (¿qué sería eso hoy, al final de cuentas?) a los autores, poniendo en cuestión su calidad y jerarquía intocables, abriéndose a nuevas miradas, porque solo ello asegura una lectura que retenga su frescura y despierte la curiosidad de nuevos lectores y creadores.
Pedro Gandolfo