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Editorial
Martes 18 de mayo de 2021
Un proyecto político para la centroderecha
Si solo termina asimilando las propuestas de otras coaliciones, el votante se preguntará cuál es el sentido de optar por Chile Vamos.
En la elección de concejales —considerada por algunos como la más propiamente política de las cuatro que ocurrieron el fin de semana—, los partidos de la derecha obtuvieron un tercio de los votos, es decir, doce puntos porcentuales más que lo registrado en los comicios para convencionales. En estos últimos, a diferencia de lo que podrían argumentar otras coaliciones —en particular, la lista del Apruebo—, este sector enfrentó muy pocos casos de postulaciones independientes que se le descolgaran. Así, los números muestran que unos 700 mil electores que estuvieron disponibles para darles un voto político a estos partidos decidieron no apoyar a sus candidatos a la Convención Constitucional. No es fácil explicar este fenómeno, pero probablemente un factor fundamental fue la ausencia de un proyecto político claro.
Desde luego, nunca fue muy evidente la propuesta de la centroderecha en materia constitucional y cuáles eran los aspectos fundamentales que perseguía preservar o modificar respecto de lo que establece la actual Carta Fundamental. El punto era especialmente relevante al tratarse de un sector que había enfrentado dividido el plebiscito de octubre pasado, con algunos de sus líderes apoyando la opción Apruebo, otros el Rechazo e incluso ciertas figuras eludiendo una respuesta, reflejo de la incomodidad que les suscitaba dicho evento. Sin embargo, una vez superada esa votación, era esperable que, junto con confluir en una misma lista unitaria, se explicitara una propuesta constitucional compartida. Nada de ello quedó expresado con nitidez. No era difícil, entonces, que sus votantes —como parece haber ocurrido— eligieran otras opciones; por ejemplo, cartas independientes que plantearan ciertas alternativas o temáticas con las que se sintieran especialmente identificados, en una campaña que se caracterizó precisamente por la expresión de voluntades, sentimientos o intereses específicos.
Desde una perspectiva más amplia, el proyecto político del actual gobierno, fuertemente apoyado en las urnas en 2017, fue diluyéndose a medida que avanzaba el mandato, y terminó extinguiéndose con la crisis que emergió en octubre de 2019 y luego con la pandemia. La actuación del Ejecutivo terminó siendo en distintos momentos contradictoria con al menos dos ejes centrales de su discurso: el resguardo del orden público y la protección de las clases medias. A su vez, las colectividades del sector y sus liderazgos —en particular, los candidatos presidenciales— han esbozado hasta ahora algunos lineamientos muy incompletos y poco articulados, que difícilmente pueden convocar a electores convencidos y mucho menos a votantes potenciales. Las estructuras partidarias, además, están anquilosadas y no han podido modernizarse y responder a las distintas demandas ciudadanas. Este último es, por cierto, un fenómeno generalizado en la política chilena, pero la innovación es especialmente indispensable en quienes forman parte del oficialismo.
El respetable posicionamiento de sus presidenciables —aun cuando en el corto plazo sufran un castigo— puede posibilitar una recomposición de este sector, pero para ello es indispensable la definición de un proyecto político convocante. La demanda de los ciudadanos sigue estando concentrada en seguridades de diversa índole, en el reconocimiento y respeto de sus trayectorias vitales y en la igualdad de oportunidades, entre otras dimensiones. En todas ellas, y en otras, la centroderecha tiene ideas y planteamientos que pueden resultar atractivos para el electorado, pero debe tener la personalidad y convicción para expresarlas. Si no se diferencia suficientemente de propuestas alternativas y solo termina asimilando las de otras coaliciones, como ha ocurrido en distintas ocasiones en el último tiempo, el votante inevitablemente se preguntará cuál es el sentido de optar por Chile Vamos. La primaria constituye una oportunidad para que estas ideas se presenten, discutan y perfeccionen. En un ambiente político que ha mostrado en los últimos años una fluidez muy grande, propia de una sociedad que se ha modernizado, la mejor forma de recuperar los votos perdidos es exponer a los ciudadanos a planteamientos inteligentes, que se hagan cargo con plausibilidad de sus demandas.