Hoy y mañana los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país tienen la opción voluntaria de concurrir a votar para elegir a su autoridad regional, su constituyente en su respectivo distrito y su alcalde o alcaldesa, concejal o concejala en la respectiva comuna.
Esto no es lo nuevo en Chile, en otras oportunidades en los últimos 30 años también el elector ha tenido en su mano cuatro votos; como por ejemplo: el voto presidencial, el voto a senador, el voto a diputado y el voto de consejero regional. En consecuencia, lo nuevo no está en la cantidad de votos sino en dos elecciones completamente nuevas en la historia de Chile.
En materia de Convención Constituyente es primera vez desde Bernardo O'Higgins en que los ciudadanos elegirán 155 compatriotas entre hombres, mujeres y descendientes de pueblos originarios que redactarán en el plazo de un año la nueva Constitución que nos regirá por las próximas décadas.
Ninguna Constitución anterior ni reglamento anterior ha tenido el origen que estoy describiendo. La de 1818, la 1823, la de 1826, la de 1828, la de 1833, la de 1925 y la de 1980 fueron redactadas por muy pocas personas, todas designadas por el Poder Ejecutivo y algunas por el Poder Legislativo. En todas esas constituciones mencionadas, además solo en dos, la de 1925 y la de 1980, se convocó al pueblo a aprobar o rechazar dicho proyecto pero en contextos completamente distintos.
En la de 1925 solo participó el 47% de los inscritos en dicho plebiscito, el 53% de los inscritos se abstuvo porque acogieron el llamado de los partidos Conservador, Radical y Comunista a la abstención, además en un reducidísimo cuerpo electoral, y el plebiscito de 1980, a esta altura todo el mundo sabe que fue completamente ilegitimo desde el punto de vista de las formalidades democráticas.
Se hizo en estado de emergencia, sin partidos políticos, sin libertad de expresión, sin servicio electoral, en el marco de una dictadura. Por todo lo anterior, lo valioso de esta elección en materia de Constituyente es que expresa profundización de la democracia, considerando además que la mitad de los constituyentes serán mujeres y habrá 17 ciudadanos y ciudadanas provenientes de los pueblos originarios. Eso es lo nuevo y valorable en sí mismo. Cabe recordar por último que la Constitución redactada por estas personas elegidas tendrá un tercer ejercicio democrático cual es el plebiscito con voto obligatorio en que todos los chilenos y chilenas serán convocados a aprobar o rechazar el proyecto elaborado.
La segunda elección inédita desde Bernardo O'Higgins es la de gobernadores regionales, elegidos a partir de este fin de semana por los ciudadanos de cada región que reemplazarán a los y las intendentas que hasta ahora han sido designados por el Presidente de la República. Ese solo hecho, el que la autoridad regional sea elegida y no designada, constituye un hecho inédito en la historia de Chile y abre el camino para la descentralización política, administrativa, social y económica y a la participación ciudadana en cada región. Es cierto que de acuerdo a la ley, el nuevo gobernador regional tiene pocas atribuciones pero no cabe la menor duda que al recibir la voluntad ciudadana expresada en el voto que lo eligió conducirá inevitablemente a mayor autonomía regional en las decisiones relevantes, construyendo de esa manera un estado unitario descentralizado.
Finalmente, las otras dos elecciones corresponden a la tradición cuando se renuevan alcaldes, alcaldesas, concejales y concejalas. Sin embargo para la inmensa mayoría de los chilenos estas dos elecciones tiene que ver con su calidad de vida cotidiana, considerando que el municipio es el eslabón de la cadena del estado más cerca del territorio y que a mayor vulnerabilidad social mayor presencia municipal en la resolución concreta de los problemas de los vecinos.