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Editorial
Martes 04 de mayo de 2021
Crecimiento y plataformas programáticas
Un programa que procure lograr la estabilidad social sobre la base de mayores transferencias debe partir de supuestos sólidos en materia de crecimiento y recaudación.
Un crecimiento de 6,4% registró la economía en marzo respecto de igual mes de 2020, superando así las expectativas previas, que rondaban en torno al 4,5%. De este modo, y pese a que la actividad también mostró una previsible caída en términos desestacionalizados en relación con febrero, el dato publicado por el Banco Central consolida una recuperación respecto del año pasado, lo que sin duda constituye una buena noticia.
Las perspectivas de poder continuar con esta recuperación durante 2021 están basadas en argumentos sólidos. La reapertura de las actividades luego de un exitoso proceso de vacunación y un contexto económico mundial que, en las naciones más importantes, parece tomar positiva fuerza anticipan un escenario más auspicioso. Además, las políticas fiscal y monetaria están siendo altamente expansivas, y posiblemente seguirán así por varios trimestres. Y aunque la velocidad de normalización de las actividades sociales y económicas introduce algo de incertidumbre, todo apunta a que la economía experimentará una recuperación relevante en este ejercicio.
Esta proyección, sin embargo, refleja más bien un rebote respecto de la caída sufrida en 2020, antes que un genuino reimpulso. Esto último recién se podrá constatar a partir de 2021, y es ahí donde abundan las incertezas. Aunque la economía seguirá entonces registrando una brecha de actividad por debajo de su potencial, lo que en principio permitiría mantener cierto dinamismo por un tiempo más prolongado, las dificultades internas, la incertidumbre y las señales de caída en el crecimiento potencial dan cuenta de que, hacia adelante, las trayectorias de la actividad y el empleo son inciertas.
En este escenario, resulta especialmente relevante que las candidaturas presidenciales propongan al país planes económicos y sociales coherentes. La idea de financiar abundantes programas de gastos y transferencias con crecimiento requiere estipular una agenda explícita de recuperación e impulso económico. A su vez, la alternativa de concretarla vía impuestos debe hacerse cargo de las dificultades que supone el diseño de una reforma tributaria que busque aumentar la recaudación de manera significativa sin debilitar la recuperación.
Es perfectamente legítimo que ciertas candidaturas se posicionen sobre una plataforma que procure restablecer la concordia y la tranquilidad en la sociedad, y que el camino que propongan para ello se base en una mayor redistribución de ingresos. El problema —no solo desde un punto de vista macroeconómico, sino también de expectativas— es basar esa plataforma en supuestos irreales sobre recaudación y crecimiento que simplemente la hagan inviable. Así, no parece lícito plantearse ante la ciudadanía con un programa social ambicioso para compensar las dificultades actuales si este en realidad constituye una promesa incumplible, que terminará alimentando una mayor desilusión en el futuro. Una búsqueda de estabilidad social sobre la base de mayores transferencias del Estado debe partir de supuestos sólidos en materia de crecimiento y recaudación. La actual proliferación de eslóganes, incluso por parte de académicos que trabajan en las precandidaturas hoy en carrera, da cuenta de un debate público que dista de ofrecer respuestas acordes con la magnitud de ese desafío.