Colo Colo vivía una semana habitual, con las controversias que lo atraviesan en la cancha y en el directorio de Blanco y Negro. Era un jueves más hasta que Marcelo Barticciotto lanzó la bomba en radio Cooperativa: Aníbal Mosa, principal controlador de los albos, le anunció que vendería sus títulos y abandonaba el proyecto.
Un remezón gigante en la antesala de la junta de accionistas de la concesionaria, programada para el 20 de abril. Mosa confidenció a sus cercanos que es una determinación sugerida por su familia, pero ante todo, una réplica al club social, que decidió no apoyarlo con sus dos votos. De esta manera, el grupo opositor, cuya cara visible es Leonidas Vial, tiene la posibilidad de recuperar el manejo del club justo cuando se especulaba que el empresario también se iba.
Hay que creerle a Mosa, pero los vaivenes de Colo Colo invitan a pensar en alguna sorpresa. Para el puertomontino, el Cacique forma parte de su vida y desde que llegó a su testera constató una notoriedad que ya se la quisiera cualquier candidato a la Presidencia de la República. ¿Qué hará Mosa sin Colo Colo? Difícil respuesta, porque más allá de la valoración de su gestión, resulta innegable que entregó todo su tiempo y mucho dinero.
La medida de Mosa plantea una pregunta. ¿Quién está dispuesto a poner al menos 13 millones de dólares para no mandar? El paquete de acciones del actual presidente albo obliga a negociar con la corporación liderada por Edmundo Valladares, una gestión que hasta ahora operó casi de manera automática. Una segunda lectura es que la decisión de Mosa es una pésima noticia para el club social.
La fracción de Vial está en condiciones de adquirir una porción de los papeles de Mosa y de inmediato dispondría de mayoría en el directorio, sin pactar con nadie. La estrategia de llevar a Barticciotto a la testera de la institución partía de la base que Mosa entregaba su apoyo para impedir que sus adversarios recobraran el dominio de la concesionaria. Al salir de la institución, la mesa queda servida para el sector que lidera el empresario bursátil y el peso del club social, reducido a un valor testimonial.
Complejo momento para la entidad que agrupa a los socios, que ante el fracaso deportivo de 2020, graficado en la definición frente a Universidad de Concepción para evitar el descenso, apostó por dejar sin piso al aliado que en estos años les devolvió protagonismo. Si prima el cálculo político y de sobrevivencia, tendrían que hablar con Mosa y convencerlo de que no se vaya. De esa manera, prosperaría la alianza que por conveniencia tendieron para desbancar a Gabriel Ruiz-Tagle. De lo contrario, quedarían a merced de Vial y sus representados.
Otra alternativa es esperar a ver quién adquiere el paquete de Aníbal Mosa, con el riesgo de perder pan y pedazo. Mientras esto sucede, la hinchada asiste al tira y afloja del entrenador Gustavo Quinteros y sus jefes. En circunstancias normales, después de que el técnico dijera que no es responsable del actual equipo, porque no llegaron el central y el centrodelantero que pidió, hubiera sido despedido. En el Colo Colo 2021 eso no sucede. Otra razón para entender el presente popular.