Señor Director:

Cuando se denuncian los gritos desgarradores de un adolescente al interior de un centro del Sename en Providencia, para describir el hecho se escuchan términos tales como: descompensación emocional, vulneraciones, afectaciones en la salud mental que a veces sufren los niños o fallas en el tiempo de reacción en dichos centros.

Todos estos son términos tibios para referirse a lo que realmente padecen los niños, niñas y adolescentes institucionalizados.

Los efectos de la institucionalización, en especial en edades tempranas, producen daño a nivel emocional y neurofisiológico comprobados científicamente, que pueden llegar a ser irreparables. El trauma que sufren los infantes y adolescentes no alcanza a ser descrito con palabras como “descompensación emocional”. Este no es un caso de descompensación emocional. El joven está siendo violentado y vulnerado en el más legítimo de sus derechos, el de sobrevivir, y pide ayuda como puede, a gritos y desesperadamente.

Los niños institucionalizados ya traen consigo experiencias traumáticas desorganizadoras y requieren de personal especializado para su atención. No tiene que ver necesariamente con el tiempo de reacción de la institución frente al evento observado dentro de este, ni con quién o quiénes son los responsables, sino con la selección del personal a cargo, que debe estar capacitado para lidiar con este tipo de eventos. ¿O cuando se producen peleas entre los mismos jóvenes también se culpa a entes externos por lo que ocurre al interior del centro?

La institucionalización debiese desaparecer porque ha sido probado empíricamente que es un fracaso, y afortunadamente, el Sename dejará de existir, proceso nada de fácil. El Servicio Mejor Niñez busca restituir el lugar que les corresponde a los niños, niñas y adolescentes junto a sus familias por derecho propio, de manera que dejen de vivir en silencio y sin esperanza una vida que no merecen.

Jacqueline Deutsch G.
Psicóloga
Magíster en Psicoanálisis Relacional e Intersubjetivo