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Editorial
Lunes 22 de marzo de 2021
Señales de la Reserva Federal
No existe claridad sobre cuánta inflación es soportable para la Fed antes de actuar.
La reciente reunión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) estuvo marcada por dos grandes mensajes: la economía norteamericana está tomando importante fuerza y la política monetaria no pretende moverse hasta 2024. La combinación de fuerte dinamismo —con un crecimiento esperado de 6,5% para 2021, más de 2 puntos por sobre lo anticipado en diciembre— y tasas de interés bajas, es positiva para potenciar la recuperación, pero incorpora riesgos de sobrecalentamiento que generan inquietud. Por ello, es conveniente entender la lógica detrás de las decisiones de la autoridad monetaria estadounidense.
Por una parte, la reactivación es todavía incipiente y, aunque el gigantesco paquete fiscal recientemente aprobado por el Congreso norteamericano asegura un piso, tiene razón la Fed cuando argumenta que los riesgos son asimétricos: consolidar la recuperación hoy, aun corriendo riesgos de inflación, es mejor que abortarla y generar un proceso de difícil reversión. Con todo, el mensaje de una política monetaria hiperlaxa por varios años es llamativo y descansa en una visión si se quiere venial de la Reserva Federal respecto de la trayectoria de la inflación, no solo de bienes, sino de activos financieros.
En efecto, aunque la inflación de la última década —aun después de un impulso monetario muy importante— fue menor a lo anticipado, ello no implica que siempre lo será. La capacidad de las empresas y personas para absorber el exceso de liquidez puede revertirse. La Fed ha anticipado incluso su disponibilidad a que la inflación aumente hasta que diferentes segmentos de la economía se hayan recuperado. Aquí precisamente radica la principal incertidumbre: no existe claridad sobre cuánta inflación es soportable antes de actuar, ni tampoco los criterios para definir la amplitud de la recuperación. La comunicación en estas circunstancias resulta crítica, y parte del nerviosismo de los mercados se debe a la dificultad para asimilar los mensajes.
Para países emergentes como Chile, la combinación de fuerte recuperación y bajas tasas es positiva, toda vez que impulsa la demanda externa y mantiene favorables las condiciones de financiamiento. El riesgo, sin embargo, es que —por un error o porque las condiciones así lo exijan— la Reserva Federal deba retroceder más rápido de lo previsto en su política expansiva, lo que tradicionalmente ha estado asociado con fuertes reversiones en flujos de capital y dificultades macroeconómicas.
Mientras dure la bonanza monetaria, la tentación para mantener políticas internas muy expansivas continuará. Especialmente crítica es la situación fiscal, toda vez que en un período electoral como el actual, con ingentes presiones de gasto, resulta difícil visualizar una normalización razonable y a tiempo de la expansión fiscal. Así, probablemente, la tarea recaerá sobre el Banco Central, que deberá mantenerse vigilante para retirar estímulos y promover una normalización de los impulsos macroeconómicos en el país.